12/04/2009

DE TIMOS


Me encanta cómo hace de tonto Tony Le Blanc en "Los tramposos". A le gente le gusta ser timada, estoy convencido. Cuando era niño iba al rastro, y mi mayor entretenimiento era ver cómo los trileros le levantaban la pasta a los pardillos. Me conocía a los ganchos, eran nada menos que cuatro. Sólo ganaban ellos, claro. Una señora se dejó el sueldo del mes mientras su hija lloraba y le decía que le estaban timando. Y ella, erre que erre, sacando billetes pese a la evidencia. Cuando veo los programas esos (Call TV) en los que hay que acertar quién es la que aparece en la foto y nadie acierta (sólo dan paso a los ganchos mientras los demás esperan al otro lado del teléfono) me llevan los demonios. Una mujer lleva llamando a mi teléfono de la redacción toda la semana. Me dice: "Oye, el año pasado tuvísteis a un mentalista en el programa que acertó el número del gordo, pásame el teléfono". Y le digo: "Señora, era un truco de magia, los mentalistas son magos. Si acertara los números de la lotería no estaría trabajando". Y me responde: "No, no, yo vi cómo acertaba el gordo". Y yo: "Claro, le repito que era un truco". Y ella: "¿Y cómo lo hizo?". Y yo: "Ni idea, los magos no cuentan sus trucos". Y ella: "Que te digo yo que no, que acertó los números, quiero su teléfono". Y yo: "¿Usted cree que cuando un mago corta por la mitad a una persona lo hace de verdad?". Y ella: "Ah, entonces me quieres decir que engañásteis a toda España, no me lo puedo creer". Y colgó indignada. Estaba jodida porque le abrí los ojos, pero al día siguiente volvía a llamar. Una y otra vez. Habría estado encantada si la hubieran timado. Si le digo que llame mañana y le doy unos números falsos a cambio de 1.000 euros me los habría dado encantada. Me acordé de un amigo mío que cayó en una estafa piramidal pese a mis advertencias porque conocía la estafa gracias a un reportaje que tuve que hacer, pero él me miraba como si estuviese tonto por no ver el chollo y me decía "no tienes ni puta idea". Se reunían en un hotel y les arengaban. Incluso se subían a las sillas con la corbata en la cabeza cientos de pardillos ilusionados bailando al ritmo de una música agresiva. Y le timaron, pero nunca me dijo cuánto. No me extraña nada lo de Madoff, el Tony Le Blanc de los millonarios. La ambición es ciega. A los ricos también les encanta que los time el trilero de turno.

8 comentarios:

BB dijo...

Es así Manu. El hombre necesita
de la ilusión y se aferra a ella,
sin escuchar razones. Son pasto
de esos timadores profesionales,
que existen debido a ellos.
Además prima esa ambición que
mencionas: todos quieren hacerse
ricos de la noche a la mañana...
Entonces, entra en función el
timador, con el campo abonado.
Me encantó tu relato.
Recordé a aquellos que mataban al
mensajero portador de malas nuevas.
Besos
BB

pepa mas gisbert dijo...

O eso o se reconoce que uno es imbécil. Porque se puede creer en el azar y que algún día te toque alguna pedrea en la lotería, pero no que puedas comprar la suerte.

Un abrazo

Vanille Galaxy dijo...

¿Cómo podríamos vivir sin ilusión, de todos modos?

Beso!

Araceli Esteves dijo...

No es que nos guste que nos timen, nos gusta pensar que acabaremos timando al timador. Lo que desde luego nunca ocurre.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Manu, la ambición rompe es saco. Hay padres de familia que se dejan el sueldo todos los meses en las máquinas tragaperras y siguen. ¿Ludópatas? ¿Ingenuos? ¿Ignorantes? La cuestión es que hay personas que saben hacer el truco muy bien, y los pardillos nos lo tragamos, porque ¿estamos libres de no caer alguna vez? Uy la vida, que complicada es a veces o como nos la complicamos.

besicos muchos guapo.

Palabrasalbapor dijo...

La gente a veces se ciega, no ve más allá de lo que quiere ver o lo que puede ver, yo no lo entiendo. Y entonces es cuando salen los que no tienen ningún escrúpulo en aprovecharse de los demás.

Besos

Margaret dijo...

Supongo que es una mezcla de buena fe (a mi padre lo timaron con la entrada de un piso hace muchos años y no era para hacerse rico, sino para habitar un piso de propiedad), avaricia (intentar hacerse rico por un atajo) e ilusión utópica (recuerdo una compañera de trabajo que siempre cuando tenía problemas decía que como le tocara la lotería lo dejaba todo y no volvía). Y los aficionados a las tragaperras, dudo mucho que estén allí para enriquecerse (los premios son irrisorios), más bien para evadirse.
Y la superstición. España es un país muy supersticioso y eso predispone mucho para los timos.

Raúl dijo...

Nos pierde la pasta, Manu, nos pierde la pasta, y eso hace que nos creamos invencibles para conseguirla.