5/19/2015

CARMEN

Hace un par de días me preguntaba Esteban Dublín por este blog y su evolución, y le dije que había ido convirtiéndose en una especie de archivo, pero que quería remediarlo. Vamos a comenzar a hacerlo mediante un pequeño homenaje a uno de esos pequeños héroes anónimos que he conocido en mi vida, mi amiga y compañera Carmen. Conocí a Carmen hace unos 17 años cuando ambos trabajábamos en Telemadrid. Yo era un pipiolo aprendiz de guionista de 24 años ella ya llevaba años en la profesión, había comenzado a trabajar a los 18 escribiendo los guiones del mítico Espinete de Barrio Sésamo. Su vida siempre estuvo muy unida a los niños. Cuando la conocí pasaba por una tormentosa separación y se tuvo que hacer cargo en solitario de un niño y una niña, Nico y María. Años antes había dejado su trabajo por ellos y tuvo que volver al duro mundo laboral. Primero se dedicó a escribir libros para la colección infantl de Ala Delta, y como de la Literatura no se vive, volvió a la tele, una jungla de depredadores en el que ella era una superviviente. Ahí es cuando se cruzaron nuestras vidas. Me contaba cómo luchaba y tiraba para adelante. Nunca lo tuvo fácil. Tan menuda y dulce y a la vez tan dura. Por el día escribía para otros en la sombra y por la noche inventaba cuentos para sus hijos. Nico lo recordaba el domingo en su acto de despedida. Aquel pequeño niño rubio que yo había conocido años atrás se había convertido en un elegante y apuesto hombre de 20 años y, con una rosa blanca en las manos, recordaba cómo su madre les contaba a María y a él esos cuentos inventados al acostarle. Desde aquel primer momento en el que conocí a Carmen en Telemadrid hasta el discurso de su hijo han pasado casi dos décadas. Nunca sabes cuánto te une a las personas hasta que las pierdes, y echando la vista atrás, ahora soy consciente de todo lo que hemos pasado juntos. Al final, ese recuerdo es el mejor legado que dejamos las personas al marcharnosm, y el recuerdo de Carmen siempre va a estar muy presente. Formó parte de mi vida y seguirá siendo parte de ella. Yo no soy creyente, pero ella sí lo era, y si existe el cielo, ella se merece una buena parcela allí. Carmen, allí donde estés, que sepas que nunca te olvidaré. Hasta siempre, amiga,

Aquí, en este enlace, nuestro pequeño homenaje.