3/28/2007

TRIBUS URBANAS


Hoy me he topado en Internet con el sanote de "Sid Vicius" y me han asaltado las dudas. ¿Qué ha sido de las tribus urbanas clásicas? No he vuelto a ver "Punkis" de grandes crestas de colores ni "Heavys" con camisetas de los Ramones y pantalones de cuero tan ajustados a los genitales que te hablan con gallitos mientras tocan una guitarra invisible agitando una larga melena. Por el contrario, lo que sí veo últimamente, sobre todo en el metro, son seres pertenecientes a la tribu de los "Siniestros", humanos ambiguos sexualmente, pesimistas hasta hacerte llorar con sus cosas de la muerte, con estética de vampiro y demás. Tampoco se ven muchos "Skin" o cabezas rapadas. Me da que se han dejado crecer una melenita y un jersey atado al cuello y se han camuflado entre la tribu de los "Pijos" para que no les pille la poli. Los "Raperos" comienzan a hacerse su hueco en los barrios con su micro imaginario para lanzar pedorretas, mientras que los "Hippies" del flower power se han transformado en "Grunges" de pantalones caídos "calzoncillo al aire". Los que susbsisten son los "Bakalas", esos tíos con coche y novia tuneados por igual y con lunas y gafas tintadas. Años hace que no veo a un "Rockabilly", se ve que se han quedado todos calvos y una vez que se les cae el tupé se han transformado en "Guays", una tribu a la que bautizo aquí y que consiste en el típico intelectual calvo con gafas de pasta negra y perilla al que le gusta la música rara y presumir de libros que no lee ni el Tato. pero hay más tribus, muchas más...

3/26/2007

PANTALLA GRANDE


Cuando era un enano (es un decir, claro, siempre he sido un largo) hacía cola para entrar en el cine de Pontika, el barrio de Rentería en el que me crié. Casi todo eran pelis de Bub Spenser y de Clint Easwood, "el bueno, el feo y el malo", tiros, tortas, patadas, espadas y demás. Los niños imitábamos luego todo: Si era una de kárate hacíamos llaves, si era del oeste, pegábamos tiros, y si era de espadachines nos batíamos en duelo a lo Alatriste. Las sillas eran bancos de madera viejos que había donado la iglesia, taburetes roídos por la carcoma y el proyector estaba en medio del local, así que veías al tío que cambiaba los rollos de película entre los abucheos del personal, que le tiraba gusanitos y kikos hasta que la luz volvía a apagarse. De esto hace mucho, pero este domingo he vuelto al cine con aquella misma ilusión, al festival de cortos Móstoles, un cine gigante y lleno hasta la bandera; y en cartel no estaba Bad Spenser, sino unos amigos que interpretaban frases que les había escrito en un guión que surgió de una conversación con unas cañas. 17 minutos de peli, de nervios, de emoción, de ilusión, de esgrima, de trajes del siglo XVII, de mercenarios, de poetas. Y no sé por qué, me acordé de aquel viejo cine de barrio en el que hacía cola con 5 duros en la mano. Y me imaginé a un niño batiéndose en duelo a las puertas del cine tras ver la película. Emocionante. Enhorabuena a todo el equipo de "El Tercer Día". Ha sido maravilloso.

3/22/2007

LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD


Decía el americano Benjamín Franklin (inventor del pararrayos, entre otras cosas) que la felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Pero prefiero al filósofo español Aranguren, que más o menos venía a decir lo mismo pero más claro: aseguraba que la felicidad absoluta es la de los gilipollas o los tontos, porque nadie puede ser feliz las 24 horas del día (salvo algunas misses). Así que la Felicidad está compuesta de pequeños momentos bastante efímeros. El resto del día puede ser plano, ni bueno, ni malo. Pues hoy me ha pasado una de esas pequeñas cosas que te dan la felicidad por un instante. He dormido del tirón. Así que hoy cambio la siesta por un festival de cortos en “La casa encendida”. Y a la salida, unas cañas por Lavapiés con gente a la que quiero. ¿Se puede pedir más? Sí, pero no hay que ser tan gilipollas o tonto como para que Aranguren te lo pudiera echar en cara.

PD: Incluso puede que David pille si le sale bien la cita a ciegas con la azafata. ¡Eso sí que le pondría cara de felicidad!

3/15/2007

¡SILENCIO, SILENCIO HE DICHO!


Cuenta Carlos que se tuvo que disfrazar de mujer para interpretar a una de las hijas de Bernarda Alba, igual que el resto de los actores, cuando estudiaba la carrera. Ayer pudo ver a una de sus viejas compañeras de aula sobre el escenario. Cuenta Carlos que Lorca dedicó a su madre la obra entre líneas, porque el orden de aparición de las hijas forma una dedicatoria oculta.

Angustias
Magdalena
Amelia
Martirio
Adela

Decía Carlos que de esta forma sutil había dedicado la obra a su madre, Doña Vicenta, su maestra. Parece increíble que un mago del lenguaje no le expresara en persona lo que le pasaba por dentro. Porque nadie como Lorca creando frases tan sonoras que se pueden mascar, saborear como si fuesen alimento. Así que ayer David nos invitó a Carlos y a mí a pegarnos un festín. Al principio, la gente de las butacas no callaba, y algunos pedían silencio. Cuando Lorca iba a recitar un poema de Neruda, madó callar a sus amigos, y para ello utilizó esta frase que luego incluyó en "La Casa de Bernarda Alba", obra que escribió dos meses antes de ser asesinado en una cuneta. El libretro acaba con las palabras de Bernarda: "Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! Nos hundiremos en un mar de luto. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!". Y cuando cayó el telón tapando la impresionante voz de la actriz de pelo blanco, todo quedó en silencio. En dos segundos, el público se abrasó la palma de las manos mientras aplaudían. En silencio.

3/14/2007

LA VIDA DE LOS OTROS


Al hilo del post anterior, una compañera del curso de relatos me ha pasado un lista de las razones por las que escribe Javier Cercas. Entre ellas, viene a decir que le gusta vivir la vida de otros para salir del aburrimiento diario. Se trata de vivir otras vidas, como las que vive el protagonista de “La vida de los otros”, un agente de la policía secreta de Alemania del Este que realiza escuchas. Un militante gris, politizado por el partido, torturador e hijo de puta convencido. Hasta que tiene que vigilar a un escritor y a una actriz de teatro. La película se plantea una pregunta al principio que se resuelve al final: ¿Las personas podemos cambiar? En la película, un funcionario comunista dice que no, que es imposible. En nuestro curso de relato, el profe dice que si el personaje de una historia al final no sufre un cambio, no hay relato. ¿Quiere esto decir que si no cambiamos nuestras vidas no tenemos relato? Pero los relatos tienen un fin, y la vida sigue. ¿Habría que cambiar cada cambio al poco tiempo para seguir teniendo historia que contar? ¿Nos convertiríamos así en esquizofrénicos o en personajes de ficción? ¿Por eso proliferan tanto los blogs? ¿La gente escribe en la blogosfera para vivir la vida de los otros? ¿O de los que querríamos ser? ¿O para disfrutar del anonimato? ¿O para decir lo queremos? ¿Habrá gente que vigile los blogs, como en “La vida de los otros”? ¿Los hijos de puta cambiarían si vivieran la vida de los demás? ¿Puede un cabrón convertirse en alguien que merece la pena?

3/06/2007

DE PELÍCULA


Todas las mañanas desayuno café solo en un vaso que lleno hasta los topes, cuando aún queda café en el termo que nos traen a la redacción, claro. Después reviso el informativo junto a mi vaso de plástico humeante. Con la noche aún atravesando el cristal voy apuntando en un papel algo aún más deprimente, las noticias del día. Casi todo asesinatos, violencia doméstica o fútbol, vamos, pues eso, deprimente. De vez en cuando hay alguna noticia que pone color en esa lista gris y luctuosa que acabo manchando de café todas las mañanas. Hoy hablaban de una subasta en la que vendían trajes de personajes de película, como el hábito de Obi Wan Kenobi en "La Guerra de las Galaxias", los trajes de James Bond, el de supergirl o el de Indiana Jones. Recuerdo que de pequeño me disfracé en carnavales de Supermán y mi madre estaba temerosa de Dios por si me tiraba por el balcón. Al año siguiente me disfracé de "El Bueno" de Clint Easwood, con novia flamenca y todo de mi brazo. Años después, si pudiera comprar algún traje de peli, creo que me quedaría con uno bien sencillo, con la camisa del periodista que interpreta Mel Gibson en "El año que vivimos peligrosamente". Todo por unos minutos fuera de la oficina, alejado de los cercos del café sobre la oscura escaleta del día.

3/04/2007

LA MAQUETA


El supermercado había quedado a oscuras. A las 10:49 volvió la luz. Ana recibió un extraño sms: “Huye o morirás”. Miró el remitente y se quedó perpleja. Se lo había enviado ella misma dentro de veintidós minutos. Aterrada, dejó allí sus compras, pero se detuvo frente a una maqueta del supermercado. Una sobrecogedora miniatura. Duplicaba cada estante, cada persona, los mostradores, los productos, el aparcamiento, los letreros, incluso el reloj de pared, que marcaba las 10:54. También estaba aquella anciana que gritaba improperios a la cajera. “Rapidito, inútil”, gruñía. Ana reparó en una figurita similar a la señora y la golpeó contra la tarima a las 10:57. La sangre brotó de los ojos de la mujer antes de caer al suelo a las 10:58. Ana palideció y tiró sin querer otra copia a escala, un joven calvo con camiseta gris. Miró alrededor y vio al chico, que clavaba los ojos asustados en su réplica, hecha añicos. El hombre comenzó a echar espuma por la boca entre convulsiones. A las 11:01, Ana descubrió un diminuto doble de ella en el súper. Asustada, barrió con la mano todas las figuras y cayó al suelo. Cuando se agarró a la mesa a las 11:04 para incorporarse, la maqueta se estrelló contra las baldosas. Se hizo añicos y un terremoto sacudió el edificio a las 11:05. Las vigas cedieron y las paredes se derrumbaron a las 11:07. El ruido de los cascotes tapaba los gritos de pánico mientras el rojo de la sangre teñía la terrible escena a las 11:08. Ana vio el pequeño reloj de pared entre dos cadáveres y gateó hasta él. Marcaba las 11:09. Lo retrasó veintidós minutos. Luego se envió un sms para salvar su vida. A las 11:11 se fue la luz. El supermercado había quedado a oscuras.