2/26/2010

TURISMO RURAL


Cientos de turistas salen cada fin de semana desde diferentes puntos del país para visitar a esas personas que viven solas en medio de la nada.
—¿Cómo puede sobrevivir usted aquí solo, en un sitio tan pequeño? —Les preguntan. Los lugareños se encogen de hombros. Vagan por aquel lugar inhóspito acompañados por sus perros. Cuando los turistas regresan a sus pueblos en el autobús, giran la cabeza para mirar atrás. En las ventanas de los rascacielos se dibujan siluetas solitarias, como espectros en la bruma.

2/24/2010

CUATRO AÑOS DE PALABRAS


La espada oxidada cumple cuatro años, 500 posts y casi 270.000 visitas desde lugares tan lejanos como Irán, Australia e incluso La India. Me imagino que sería gente despistada que llegó aquí de rebote, pero me parece de lo más emocionante imaginar a ese indio al otro lado del mundo abriendo este blog. Cuando mi amigo Antón me abrió este espacio yo ni sabía lo que era un blog, de hecho me lo explicó media hora antes de crear “La espada oxidada”. Hoy en día tampoco tengo muy claro qué es. O sí. Sólo es un formato. Lo de dentro son palabras. Este blog no es temático, aunque la mayor parte de los post sean micros, pero es más que nada una vía de escape a través de las palabras. Es curioso el mundo de los blogueros. He conocido a mucha gente interesante gracias a los comentarios. Hay otra gente que simplemente lee y por tanto no la conozco. Hoy tengo una visita desde Sudáfrica. ¿Quién será ese sudafricano? Precisamente ayer vi Invictus. Hace unos tres años visité la casa de Mandela en Soweto, y me pregunté cómo es posible perdonar a los que te han tenido 27 años en la cárcel por luchar por tus derechos. Pues él lo hizo. La película refleja esa reconciliación nacional en la que unos perdonaron y los otros cedieron. Mandela se puso la camiseta verde y dorada con la que los africaneers jugaban al rugby. Y los negros pasaron de odiar esa camiseta a sentirla como suya. No optó por la venganza. Ojalá ocurriera lo mismo con judíos y palestinos. Lo que hace el deporte no lo consigue nadie. ¿Qué puede llevar a dos etarras a ponerse la camiseta de la selección española y colgar la foto en el Facebook con el lema de “Podemos”? Unos tíos dispuestos a matar a otros se ponen la camiseta de sus “enemigos”. Inaudito. Pero volvamos a Mandela. Tres décadas en una celda son muchos años. Es toda una vida. ¿Cómo podían echarle en cara a una persona que ha sufrido tanto que estrechara la mano de sus enemigos? Nadie tenía esa autoridad moral. Por eso no hubo guerra civil. Ni matanzas. Ni echaron a los blancos, como en Zimbabwe. Su perdón sincero evitó todo eso. No sé si el resto de los mortales podríamos hacerlo. Mandela asegura que sobrevivió en la cárcel gracias a las palabras. Leía los libros que tenían los carceleros. Cuando estaba desesperado recitaba en la soledad de su celda de dos metros un poema victoriano que le animaba a seguir viviendo. Un poema titulado “Invictus”. Los blogs no son más que eso: palabras. Pero me emociona que las palabras fueran las que le dieron a alguien como Mandela las ganas de seguir viviendo. Hoy quiero pensar que ese sudafricano solitario que ha visitado este blog ha sido él. O que ese iraní que se ha pasado por aquí es un preso al que le han prohibido usar las palabras. Quién sabe, ¿no?

INVICTUS
Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

2/22/2010

MARCHA ATRÁS


Laura no está en la cama. Marino saca el brazo y pone la alarma del despertador a las siete de la mañana del día anterior. Se levanta y comienza a caminar de espaldas. Se viste y baja al garaje. Arranca el coche y conduce marcha atrás. A través del retrovisor, contempla cómo el sol sale por oeste y vuelve a iluminar la carretera. Cuando llega al trabajo, el último compañero que queda se despide de él. La oficina comienza a llenarse de gente. El bullicio es ensordecedor. Marino deshace varias gestiones. Horas más tarde vomita la comida (intacta) al plato y vuelve al despacho, donde borra letra por letra varios mails. Cuando a amanece regresa sobre sus pasos y se va a casa. Discute con Laura, que amenaza con irse. Cuando se acuestan, él le asegura que pueden volver atrás, que estarían juntos otros diez años, hasta el momento en el que se conocieron, pero ella no le cree. Suena el despertador. Marino abre los ojos para comprobar si Laura se ha ido de su lado. —oñirac, saíd soneuB —dice ella.

2/18/2010

LOBO


Lobo agita la cola nervioso. La luna llena comienza a perfilarse entre los árboles del bosque. No puede repetirse lo de la última vez. Debe protegerse del nefasto influjo que esa luz ejerce sobre él. Comienza a correr rápidamente hacia la lobera, donde le esperan su pareja y los cinco cachorros. Pero no lo consigue. A mitad de camino su espesa capa de pelo blanco se convierte en un fino vello rubio, el hocico y las garras se encogen y su morro se transforma en unos labios carnosos. Adopta la posición vertical y comienza a caminar erguido sobre dos piernas. A lo lejos brilla el fulgor de la ciudad. Se dirige desnudo hacia el resplandor de la urbe. Cuando llega a un barrio de las afuera se topa con una selva de tenderetes y roba unos vaqueros de su talla, una camiseta ajustada y unos zapatos sin cordones. Una vez en el centro, entra en el local de moda y comienza la caza. Una joven hermosa baila en la pista contoneando su ombligo al aire. Carne fresca. Le quedan unas horas, debe darse prisa. En apenas treinta minutos la ha convencido para que lo acompañe a un recóndito parque. Fornican como animales sobre el césped hasta acabar extenuados.
Al amanecer, --------------------------------Al amanecer,
como de costumbre, ------------------------como de costumbre,
despierta con una -----------------------------despierta con una
colosal resaca. ---------------------------------colosal resaca.
No recuerda nada. -----------------------------No recuerda nada.
¿Dónde se encuentra? ------------------------¿Dónde se encuentra?
La luz se cuela a través ------------------------La luz se cuela a través
de unas rejas. ---------------------------------de unas rejas.
Lo han encerrado. -----------------------------Lo han encerrado.
Los habitantes de------------------------------A la noche siguiente, la
la ciudad aseguran-----------------------------luna aún mancha
que durante las--------------------------------la negrura del cielo,
noches de luna llena---------------------------como un agujero blanco.
se escuchan los--------------------------------Una mujer con cinco niños
gritos desesperados----------------------------se presenta allí, paga
de un hombre en-------------------------------al guarda, y saca a
la perrera municipal.---------------------------Lobo de la
----------------------------------------------------perrera municipal.

2/16/2010

EL DESEO


Me dijeron que esa fuente no era como las otras, que allí los deseos se cumplían siempre. Entusiasmado, puse la mano sobre el vientre de mi prometida, llené los pulmones de aire y arrojé un céntimo de euro. Hizo una parábola interminable que fui siguiendo con la mirada. Cuando hizo chof, ella apretó los dientes, se lanzó al agua y comenzó a buscar la moneda desesperada.

2/15/2010

EL OLOR


La primera vez que la vi estaba colocando los frascos de su perfumería. Se giró hacia mí, dejando en el aire un olor a agua de Lyosha. Le pedí un bote de Andrei Dullok. Esa semana tenía un par de citas y me había quedado sin colonia. —No nos queda, pero la podemos encargar —dijo. —Me llevaré cualquier otra —repliqué. —Podemos pedirla y la tiene aquí mañana. Yo siempre soy fiel a mi perfume, ¿usted no? —insistió con una sonrisa. —Yo cambio mucho —respondí. Trató de convencerme para hacer el encargo. Le dije que lo haría si me hablaba de tú y me daba su teléfono. Accedió. Desde entonces, cada tarde iba buscarla al trabajo. Cenábamos en mi estudio y nos despertábamos juntos. Su olor me hipnotizaba desde el amanecer. Tras la ducha sacaba el frasquito verde de Lyosha y se aplicaba unas gotitas en el cuello. Todo en la casa olía a ella: las sábanas, los armarios, la cocina… Todo. Al cabo del tiempo su negocio creció. Parecía cansada. —He contratado un ayudante, no puedo sola con todo —me dijo un día. —Estupendo —respondí pensando que eso nos daría un respiro. Pero por las noches llegaba tarde y se dormía pronto. Ni siquiera cenaba. Una mañana después de la ducha sacó del neceser un frasquito rojo. Se roció el cuello. Ese perfume olía diferente, como si fuera otra persona. —Adiós —dijo acariciándome la mejilla. Fui al baño, abrí el frasco de Lyosha y aspiré su olor desconsolado.

2/12/2010

MELOMANÍA


Cuando la música comenzó a escasear, el gobierno dictaminó su restricción. Repartieron cartillas de racionamiento entre la población. La muchedumbre se agolpaba ante las tiendas de discos. El día del reparto esperaban su turno y salían con un vinillo de Springsteen, un cedé de Elvis o un casette de Prince. El tráfico ilegal tomó las ciudades, y el hampa impuso su ley. Pedro acudía a conciertos ilegales que organizaba la mafia en locales clandestinos. Allí disfrutó de estrellas del jazz, el rock, el hard core, e incluso intérpretes de música clásica. El gobierno cortó por lo sano. Impuso la “Ley del silencio”. La prohibición total. Pedro se arruinó en el mercado negro y tuvo que pedir por la calle para comprar su dosis diaria de melodía a los camellos, aunque vendían copias de baja calidad o versiones adulteradas. Pedro robó en un museo y se llevó un cargamento de cedés de Led Zeppelin. Lo incomunicaron en una celda insonorizada. Sufrió un mono terrible, con convulsiones que sólo mitigaban las dosis de diez segundos musicales que le suministraban los médicos. Cuando salió de la celda de castigo se apuntó al programa de desintoxicación de la prisión. Durante la terapia, los melómanos se levantaban uno a uno y confesaban sus problemas con la música. A Pedro le costó superar su melomanía. La cárcel no es un buen lugar para desengancharse. El que quiere música, la encuentra: una cuchara golpeando unos vasos con agua, un preso tarareando en una esquina o las notas furtivas de una flauta casera son los sistemas más habituales. El psicólogo pesó que Pedro ya estaba rehabilitado y lo envió a trabajar a la cocina. Cuando se quedó solo fregando los platos abrió la ventana, respiró hondo y se dejó llevar por el canto de los pájaros. Durante el cambio de turno lo encontraron agarrado a los barrotes, mirando al exterior con los ojos muy abiertos. El forense dictaminó “muerte por sobredosis”.

2/11/2010

MIS IMÁGENES


A cada pequeña imagen que tenemos de nuestra propia vida acompaña una gran imagen de la iconografía colectiva. A veces pienso desde cuándo tengo conciencia de mí mismo. Quizá tendría dos años. Más o menos. No lo sé. Me recuerdo en cuclillas con un palo haciendo dibujos sobre un campo de fútbol. El campo tenía arena rojiza y hacía frío. Llevaba un abrigo de punto blanco con rayas marrón claro. Es como si me viera en un espejo del tiempo y mi yo adulto me contemplase con curiosidad. Es la primera imagen que retengo en la mente. Desde entonces tengo más. Muchas más. Como flashes. Pero hay otras imágenes que van de la mano de éstas otras. Las colectivas. Las que compartimos todos. La foto del Che. La noche estrellada de Van Gogh. Marilyn con la falda levantada por una corriente de aire. La torre Eiffel, el miliciano de Capa o la caída del muro de Berlín. Imágenes que nos han dejado la prensa, la tele o el cine. Las imágenes nos hacen tener conciencia de grupo. Antes de la tele estaba la Iglesia, con las gárgolas de las catedrales y los santos de las capillas. Conciencia de grupo. En casa teníamos una tele en blanco y negro a la que se le iba la imagen. Era como desconectar con el mundo. Había que darle un fuerte golpe para que volviera en sí. Durante esos segundos de apagón el mundo desaparecía y sólo quedábamos nosotros, sin el mundo. La primera imagen colectiva que recuerdo es la de los payasos de la tele, y la asocio a otra imagen: el nacimiento de mi hermano. La segunda…, la dimisión de Suárez, aquel tío tan serio diciendo no sé qué; esa imagen la asocio a los deberes del cole, la tercera, la peli de Los diez mandamientos, asociada a mis preguntas sobre Dios (a través de Charlton Heston, así acabó la cosa). la cuarta, la de ET, la quinta, el entierro de Enrique Casas: Estaba viendo los dibujos y apareció aquella imagen tan triste. Fue mi primer contacto con la muerte. Es curioso, pero las imágenes colectivas también son personales, porque cada uno de nosotros tiene las suyas. Todos hemos visto las mismas imágenes, pero para cada uno significan una cosa y para otros, simplemente, no significan nada. Recuerdo el gol que le metieron los franceses a Arconada. Seguro que cada persona vivió ese momento a su manera. Y los goles ante Malta (estaba en la cama y escuchaba a los vecinos cantarlos a lo loco). Y el coche destrozado de Fernando Martín. Y la peli de Alien. Me la puso mi primo y me quedé pegado al asiento. Pero más pegado me quedé cuando vi la que puso luego. Una picante de Jaimito, el italiano aquel tan cutre. Así descubrí el sexo, o al menos le puse imágenes. Con Jaimito. Ya ves.

2/10/2010

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MÚSICA: Redoble de tambor, seguido por compases circenses

LOCUCIÓN (de rápida lectura): La mujer barbuda coloca un barreño de agua con espuma bajo el enorme poste de la pista central. Trepa por la escalinata hasta la plataforma que hay en lo alto del palo y se quita la gabardina. Luce un bañador de cuerpo entero a rayas negras y blancas. Se atusa el mostacho, junta las palmas de las manos, se coloca en posición, y apunta al barreño, un pequeño recipiente de madera. Desde arriba no es más que un punto diminuto. La mujer barbuda se tira al vacío. Mientras cae, realiza cuatro llamativos tirabuzones y tres dobles saltos mortales. A dos metros del barreño estira su cuerpo, con los brazos extendidos. Nada más introducir su cabeza en el recipiente, aparece el trapecista, que la sujeta por las muñecas y la arroja sobre el cañón del hombre bala. El jefe de pista enciende la mecha y sale disparada hasta la jaula de los leones. Cuando los felinos la acorralan, el domador irrumpe y le abre la puerta que comunica con la pista del mago. La mujer barbuda se introduce en la caja. En su interior, junto a ella, se esconde el apuesto contorsionista que saca los pies por los agujeros en el truco del descuartizador. El mago saca la cuchilla y corta la caja en dos. Cuando separa las dos mitades los pies del contorsionista vibran en el extremo inferior, locos de amor. La cara de la mujer barbuda, completamente rasurada, aparece por el agujero de la caja desprendiendo un agradable olor a aftershave que envuelve toda la carpa.

IMAGEN: (Efecto zoom) La mujer barbuda, con un apurado extremo, sonríe a cámara con un frasco de aftershave en la mano derecha.

RÓTULO:
¡Tu aftershave!

2/09/2010

EL JUEGO DEL AHORCADO


El profesor de instituto se encontró una vez más su mote grabado sobre el capó del coche: “Pelao, jódete”, habían escrito. No se encontraba con ánimos de dar una clase sobre los verbos irregulares, así que planteó un juego a los chicos. –Pedro, al encerado –ordenó a un alumno. –Hoy vamos a jugar al ahorcado –explicó el profesor. –Voy a escribir una frase de dos palabras –añadió. Luego cogió la tiza y dibujó once rayas horizontales en la pizarra. –Bien, la primera letra, ¿cuál es? –le preguntó el profesor. –La “M” –respondió Pedro. No había ninguna “M”, así que el profesor puso la viga vertical del patíbulo. Tampoco dio con la siguiente letra, una vocal. El profesor colocó el travesaño horizontal de la horca. Falló de nuevo en su siguiente respuesta, por lo que el maestro puso la soga. Entonces, de manera sorprendentemente, Pedro encadenó correctamente varias letras seguidas: La “P”, la “O”, la “J”, la “D”, la “E” y la “T”. Aunque faltaban dos letras, Pedro quiso resolver de forma precipitada. –Pelao, jódete –dijo el alumno con un hilo de voz temblorosa. El maestro le pegó una tapada al taburete y un chasquido de huesos retumbó en el aula. El profesor cogió la tiza y completó la frase: “Pedro, jódete”.
Sonó el timbre y los alumnos salieron empujando a su compañero, que se balanceaba en el cadalso, frente a la pizarra.

2/04/2010

ATRAPADO


Damián quedó atrapado en una cinta de súper ocho el día de su primera comunión. Su padre le grababa mientras cortaba la tarta, y ahí permaneció para siempre, con ese gesto bobalicón de por vida, encerrado en una película a perpetuidad. Cuando lo echaban de menos, ponían el proyector y veían su imagen en el gotelé de la pared con esa mueca infinita de satisfacción cortando el pastel en porciones y repartiéndolo entre sus primos. Al cabo de varios años se impuso el VHS y la película quedó olvidada en un desván, junto al proyector. Damián se aburría en los fotogramas de la cinta. Era la única persona real en la película. El resto tan sólo eran imágenes de sí mismos. Al cabo de varios años, en un ataque de nostalgia, sus padres subieron al desván, cogieron la película y la proyectaron de nuevo. El niño volvió a repetir el eterno gesto de cortar la tarta varias veces. Le costaba moverse. Estaba entumecido. Tantos años inmóvil. Se miró las manos. Arrugadas. Viejas. Se había convertido en un anciano. Frente a él, tras el proyector, dos niños de ocho años lo miraban con ternura.

2/03/2010

EXTINCIÓN


“¿Dónde está el perro?”, preguntamos al guía. “En esa jaula que tienen enfrente”, respondió. Jamás habíamos visto un mamífero. Era un ejemplar único. El animal estrella del zoo. Antes de la extinción había millones, pero sólo quedaba ése y otro en el hemisferio sur. Seguimos caminando y vimos un ciempiés. Era precioso, gris azulado También disfrutamos con dos saltamontes, cinco hormigas rojas y una mosca del vinagre. En una vitrina había huesos fósiles. “Se trata de una especie vertebrada que dominó el Planeta hace millones de años. Los arqueólogos creen que hubo una gran sequía y se mataron por el agua”, dijo el guía rascándose el caparazón. “Se llamaban humanos”.

PD: Éste el relato premiado en El Mundo.

2/02/2010

CONCURSO DE MICROS DE "EL MUNDO"


Tras participar en el concurso de microrrelatos organizado por ElMundo.es en colaboración con Wide Pictures y Universal Pictures con motivo del estreno de The Road (La Carretera), nos alegra comunicarte que has resultado ganador de una entrada doble para asistir, el próximo día 4 de Febrero, al preestreno de la película que tendrá lugar en el cine Palafox de Madrid a las 22:00.

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/19/cultura/1263918339.html

PD: En la siguiente entrada colgaré el micro en el blog. La peli está basada en una novela del mismo autor de "No es país para viejos", y en palabras del mismo Vigo, es la historia de amor entre un padre y su hijo que luchan por sobrevivir en un mundo destruido. Por lo tanto, se lo dedico a mi hijo Daniel. Espero que nunca tenga que vivir en un mundo tan inhóspito. Chicas, saludaré a Vigo de vuestra parte.

ANTIOBITUARIO: SALINGER VUELVE A LA VIDA


Es curioso. Salinger consiguió morir en vida y ha resucitado en muerte, como un Lárazo a la inversa. Logró que apenas nadie hablase de él hasta que ha muerto. Es increíble la cantidad de obituarios que brotan cada vez que muere alguien conocido. Salinger descubrió lo incómoda que es la fama. La fama es infame. Los famosos no pueden salir a la calle sin que la gente se crea con derecho a opinar de sus vidas, como esas abuelas metomentodo. Apenas hay un par de fotos del escritor, y no salía en las contraportadas de sus libros. Él no quería fotos, sólo Literatura. Ahora dicen que podría haber una obra ingente sin publicar en los cajones de su casa, e incluso, un documental sobre su vida en el que concede una entrevista de cinco minutos. Cuando se renuncia a la fama se crea el mito por una cuestión tan básica como la curiosidad morbosa: "¿Qué será de ese hombre? ¿Qué tipo de vida llevará en la América profunda?" Muy literario todo, como su literatura. Por un lado está la "Literatura" de consumo, la de kiosko, esa denostada por los críticos y apreciada por el público, la que vende millones de ejemplares ante los insultos del mundillo, esa Literatura no pretenciosa (de entretenimiento playero) en la que se suceden las acciones trepidantes a ritmo vertiginoso con intrigas, misterios, trucos a lo Zafón, Dan Brow, Stephen King o Ken Follet. Hace unos días, durante una entrevista, Ildefonso Falcones, el autor de "La mano de Fátima", uno de los diez libros más vendidos en el mundo el año pasado y el único español en la lista, decía: "Yo busco acción, no me gustan los libros en los que no pasa nada". Y luego están los escritores que venden menos (no es el caso de Salinger) pero cuentan con el favor de la crítica. Suelen prescindir de tanta acción y se recrean en personajes, ambientes e interpretaciones filosóficas sobre la vida. Negocio frente a arte, oficio frente a talento, entretenimiento frente a comeduras de tarro. Hace tiempo escribí un post sobre la película "Descubriendo a Forrester", inspirada en el taciturno Salinger, encarnado por Sean Connery. Connery le decía a su joven alumnoo talentoso que se dejara de grandes palabras y buscase la Literatura en las cosas cotidianas. El alumno le preguntó en cierta ocasión sobre el espesor de la sopa que estaba comiendo, y el viejo escritor le dijo: "Sigue preguntando por la sopa, el objeto de una pregunta es obtener información que nos importa a nosotros y a nadie más. Me preguntabas por qué tu sopa no espesa, bien, seguramente porque tu madre creció en una casa que nunca pensó en desperdiciar leche echándola en la sopa. Esa era muy buena pregunta. Escribe tu primer borrador con el corazón y reescríbelo con la cabeza. La primera clave de la escritua, es escribir, no pensar". Salinger es eso, la Literatura es eso: "El espesor de la sopa".

2/01/2010

EL SORBO


A Javier Tomeo, a quien no tengo el gusto de conocer, pero sí tengo la suerte de haber leído sus "Historias Mínimas"

El señor del bañador azul a rayas se levanta, se sacude la arena con la toalla y se mete en el mar hasta la cintura con un vaso vacío y la pajita del daiquiri que acaba de apurar. Se agacha hasta rozar el agua con la pajita y sorbe todo el océano hasta dejarlo sin una sola gota. El señor del bañador azul a rayas escupe toda el agua que lleva dentro en su vaso de daiquiri. A través del cristal se aprecia claramente una pareja de ballenas jorobadas que nadan alrededor de la rodaja de limón, varios bancos de atunes chocan contra unos delfines desorientados y tres familias de elefantes marinos salen a la superficie del vaso. Un bañista que lleva puesto un flotador con forma de tortuga intenta aferrarse a un trozo de hielo y un anciano nudista con la piel muy arrugada flota sobre una gotita de ron. El señor del bañador azul a rayas trata de pescar con dos dedos un tiburón blanco que devora una pepita de limón, pero una succión enorme lo introduce en un tubo, pasa a través de unos dientes y aparece sobre una lengua con sabor a tequila y sal.