3/14/2007

LA VIDA DE LOS OTROS


Al hilo del post anterior, una compañera del curso de relatos me ha pasado un lista de las razones por las que escribe Javier Cercas. Entre ellas, viene a decir que le gusta vivir la vida de otros para salir del aburrimiento diario. Se trata de vivir otras vidas, como las que vive el protagonista de “La vida de los otros”, un agente de la policía secreta de Alemania del Este que realiza escuchas. Un militante gris, politizado por el partido, torturador e hijo de puta convencido. Hasta que tiene que vigilar a un escritor y a una actriz de teatro. La película se plantea una pregunta al principio que se resuelve al final: ¿Las personas podemos cambiar? En la película, un funcionario comunista dice que no, que es imposible. En nuestro curso de relato, el profe dice que si el personaje de una historia al final no sufre un cambio, no hay relato. ¿Quiere esto decir que si no cambiamos nuestras vidas no tenemos relato? Pero los relatos tienen un fin, y la vida sigue. ¿Habría que cambiar cada cambio al poco tiempo para seguir teniendo historia que contar? ¿Nos convertiríamos así en esquizofrénicos o en personajes de ficción? ¿Por eso proliferan tanto los blogs? ¿La gente escribe en la blogosfera para vivir la vida de los otros? ¿O de los que querríamos ser? ¿O para disfrutar del anonimato? ¿O para decir lo queremos? ¿Habrá gente que vigile los blogs, como en “La vida de los otros”? ¿Los hijos de puta cambiarían si vivieran la vida de los demás? ¿Puede un cabrón convertirse en alguien que merece la pena?

4 comentarios:

Alberto López Cordero dijo...

Yo creo que no. Se puede fantasear, soñar, aparentar, suplantar, interpretar e incluso llegar a pasar por, pero al final cada cual nace con un signo y no me refiero a los astros y horóscopos ni chorradas similares. A más de uno le rascas el barniz que llevan encima y dejan patente su auntentico personaje o personajillo con el cual han de cargar hasta el resto de sus dias.

Anónimo dijo...

Creo que la esencia, los pilares de las personas no se cambian. Podemos limar asperezas con algún esfuerzo y modelar la careta del disfraz, pero lo que hay dentro no fluye.
Necesitamos imaginar las desgracias de otros seres, sus miserias, para no agravar las nuestras y sentirnos capaces de sobrevivir.
Plasmar en cualquier soporte otras historias, las de aquellos que no fuimos es una catarsis. Liberación fantasiosa...
Y ojalá no cese la fantasía...
Arriba el Telón!
Ain.

Pedro Daví dijo...

Existe un efecto psicológico que explica el cambio de las ideas y pensamientos. La disonacia cognitiva. Sí cambiamos, cuando hacemos algo aun en contra de nuestra voluntad, nuestro cerebro justifica este hecho generando proposiciones a favor de la conducta en sí que era contraria a nuestras ideas de origen. Este motor puede hacer cambiar de parecer a las personas. Ver los efectos debastadores de nuestros actos en el caso de los delitos penales ha siso siempre motor de rehabilitación.

Shio López dijo...

vale, yo te vigilo!!