Luis Rojas-Marcos, psiquiatra
- Y para finalizar, sólo os pido que estéis atentas a las señales, a cualquier resquicio de ninguneo o desprecio, hay muchos tipos de maltrato, que pongáis todos los recursos a vuestro alcance para evitar esa violencia machista y sutil que no siempre es física, sino significativa, latente y destructiva, ese acoso y derribo del que nosotras jamás debemos ser cómplices silenciosas-. Cuando Sandra acabó su discurso en la sede de la ONG, el auditorio irrumpió en aplausos. Sandra, acicalada para la ocasión, baja del estrado y se dirige a sus compañeros, que la esperan enfervorecidos en la grada. Le hacen una reverencia admirada y la felicitan por sus palabras. Allí están todos los administrativos con los que comparte faena diaria en la empresa. Verónica la mira con devoción, Sonia la felicita, Patricia continúa aplaudiendo lo que considera una actitud admirable, y Alejandro le da un abrazo emocionado, un abrazo al que ella reacciona con rubor, como si fuese una adolescente enamorada. Deciden irse todos de cañas para celebrar el éxito de las jornadas contra el maltrato y el acoso laboral. Alejandro es el encargado de pedir las cervezas al camarero, pero decide hacerse el despistado y olvidar la de Sonia, a quién desprecia desde que le recriminó que no cumplía en el trabajo con sus obligaciones. - Que se joda esta gilipollas-, dice. Sandra sonríe y brinda con él y replica: -Eso, que se joda. Esta tía es imbécil, a ver si conseguimos que se vaya de la empresa-. El resto de compañeros baja la mirada al suelo y le dan un silencioso y amargo trago a la cerveza.
6 comentarios:
"Silencioso y amargo trago"...Lo has dicho todo.
Besos desde el aire
Asquerosamente logrado y real. El asquerosamente, por supuesto, por la situación.
Lobos y otras alimañas que acechan tras sus buenas palabras. Y que no dudan en morder.
Un abrazo
Así andamos Manu, mirando pa'bajo y a seguir... Muy bueno niño, muy bueno!!
Besicos muchos.
Real, sin duda. Recuerdo un jefe que llegada la hora de finalizar la jornada laboral le decía a una joven que se ponía el abrigo para irse a su casa "¿Es que tienes frío?", y así un día y otro.
Pues se puede aplicar al mundo literario. Perfectamente. Te das la vuelta para pedir otra y los que decían que tu libro era la hostia te han clavado seis o siete puñales.
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