1. Los narrativos. Este tipo de
relatos tienen tramas claras, diáfanas, aunque incluso aunque utilicen una base
fantástica, hay una historia que empieza y acaba desde un punto de vista
clásico. Son las más fáciles de entender, cierto, pero Agustín las desarrolla
con maestría, con un estilo propio de Rafael Azcona, en el que la aparente
indiferencia ante la muerte, que está siempre presente, poniendo el dedo en la
llaga ante la mezquindad y el egoísmo humano. Sin duda, entre los relatos
narrativos destacaría “Carne rebozada” (con el que ganó Relatos en Cadena, de
la SER), uno de los mejores microrrelatos que he leído. También destacaría en
este sentido “El hombre elefante” o “Pretérito imperfecto de subjuntivo, por citar
algunos. Por otra parte, dentro de los llamados textos experimentales, también
hay algunos que no prescinden de esa narratividad, pero se ponen un “vestido”, ofreciendo un plus atractivo, una
especie de traje que realza el contenido. En este sentido pondría como ejemplo
“Feliz coincidencia”.
2. Los surrealistas. Los relatos
surrealistas del libro son los más difíciles de entender para un lector medio,
porque tienen códigos y subcódigos internos que no se sustentan en la narrativa
clásica aristotélica (planteamiento, nudo y desenlace), pero no quiere decir
que no estén pensados o no tengan mensaje. El punto fuerte de estos textos en
LA VOZ tan potente que tiene Agustín a la hora de afrontar estos retos en forma
de microrrelato, la perplejidad en la que se puede quedar absorto el lector. La
voz de Agustín es tan personal y potente a la hora de elaborar estos
microrrelatos que precisamente es lo que le hacen diferente. No hay nadie en el
panorama literario actual que escriba como él lo hace. Hay autores que buscan
su voz toda la vida, sin embargo, cuando lees una de estos textos de Agustín,
sabes que ha salido de su privilegiada cabeza, aunque para un editor podría suponer
un riesgo publicar este tipo de textos tan arriesgados, y afortunadamente
Talentura ha tenido el valor de hacerlo. Sin duda un libro de textos narrativos
es apostar a caballo seguro, por la amabilidad de su estructura interna, la
fácil comprensión y lo atractivo de seguir el hilo conductor, pero Agustín en
este sentido es valiente y va más allá de donde ha ido cualquiera en el terreno
del microrrelato, tan dado a repetir códigos. Estos textos ofrecen un producto
diferente en una estantería que está llena de alcayatas iguales. Es un riesgo,
pero merece la pena asumirlo. En este sentido pondría como ejemplo de todo lo
indicado anteriormente el título “Movimiento vertical de zapato”. “Alzheimer”
también va en este sentido, y muchos otros textos. Prueba a leerlos en voz
alta. Enérgicamente. Por otro lado, igual que en los relatos narrativos,
Agustín también pone de vez en cuando un “traje” experimental a los relatos
surrealistas que hace que luzcan muy bien. Un plus que le da la forma al
contenido, pero la forma siempre en función del contenido, como tiene que ser
para que no se quede en la mera ocurrencia.
3. Los paradójicos. Estos textos
utilizan como principal herramienta la paradoja, una estructura al estilo “un
blanco que es negro”, o “un enano de metro noventa”, o “un tonto superdotado”.
Estos textos no pierden la fuerza que tiene la potente voz de Agus. Como
ejemplo pondré “Acúfenos”. Este texto es una declaración de intenciones
respecto a la paradoja (El mismo banco distinto/ Juan, que en realidad no se
llama Juan/ su mujer que también murió hace algún tiempo / el sol que nunca
llegó a salir se pone / idénticas direcciones opuestas…) En cualquier caso, el
libro prescinde el universo Winnappú, un micromundo que se asienta casi por
completo en la paradoja. Quizá el autor esté pensando en un volumen propio.
Quién sabe.
4. Los reflexivos. Son pocos
textos. Están desarrollados desde los recursos literarios, pero con una base
reflexiva en la que se nota la formación filosófica del autor. Hacernos pensar
un poco a los lectores no está nada mal. Un ejemplo de este tipo de textos
“reflexivos” sería “Diez segundos y sesenta metros”.
5. Los líricos. El lenguaje de
Agustín está muy cuidado. De vez en cuando suelta un exabrupto como “mierda” o
“cojón” en mitad de una parrafada lírica con el fin de sacarte de la lectura
ensimismada con un puñetazo en la mandíbula, como una bofetada. En cuanto a
relatos líricos destacaría “Otoño en Narhwick” (o invierno).
6. Los visuales. Son relatos que no
renuncian a su narratividad, pero que juegan con la forma como un plus añadida.
Desde textos en vertical a textos boca abajo o letras al revés. Todo un
despliegue.
CONEXIONES:
Me parece un acierto que se establezcan
conexiones entre los textos del libro, creo honestamente que es el futuro de
los libros de microrrelatos en papel. Antes se rellenaban los libros de microrrelatos
con textos deslavazados que se iban acumulando en el disco duro del ordenador
procedentes de deshechos en concursos, cadáveres de textos cuyo comienzo por
una frase obligatoria acaban por quitar el alma de ese texto por los peajes que
debe pagar un autor a la hora de concursar bajo ciertas condiciones. Los
editores están realmente hastiados de recibir textos con la misma frase de
comienzo de los cientos de concursos que pueblan la red, que si bien incentivan la escritura, condicionan y convierte al microrrelato en una especie de juego
que muchas veces nada tiene que ver con la Literatura en el amplio sentido de
la libertad creativa (El año pasado ganó el concurso del Museo de la Palabra un texto que comenzaba con una frase de Relatos en Cadena, algo que no va contra las bases, pero que desnaturaliza un premio que pasa por ser el mejor dotado del mundo, incluso sale en el Guinness al ser el concurso mejor dotado por palabra, algo irrelevante para la Literatura). Ahora hay que ir más allá, el libro debe ser un todo
temáticamente y además tener esos hilillos de conexión que tienen los textos de
“Sentido sin alguno”. Es el caso de “Narhwick”, la temática del suicidio o
determinados personajes para que el lector se lea el libro como un todo, igual
que una novela. También le da unidad al libro la constante de la muerte, del
humor negro, de las reiteraciones, del viento, de las alturas (edificios), o
del vacío. Además, los números del índice están descolocados, igual que el
título, un juego intertextual que convierte
a estos números de la paginación en un personaje más. Como resumen, diría que “Sentido
Sin Alguno” es un libro desestructurado como un manjar exquisito, como hace
Ferrán Adrià con la tortilla de patata. Agustín Martínez Valderrama es el
Ferrán Adrià del microrrelato.
15 comentarios:
Rseña/comentaro exhaustiva, cierta e iluminadora.
Estoy segura de que hasta el propio Agus verá cono otros ojos su propia creación.
Un abrazo a los dos, a los editories Talentosos y a todos.
Una reseña exhaustiva, que arroja luz sobre la construcción de la obra y el autor. Es importante que se reconozca el valor del trabajo (ingenio aparte) que hay en "Sentido sin alguno", tanto en la creación individual de los textos como en la articulación global de la obra, por lo que me parece una estupenda lectura.
Abrazos a ambos
Un momento, por favor, que estoy absolutamente conmocionada. Esto, señor Manu, no es una reseña, es una lección magistral.
Gracias por esta deconstrucción de un libro excelente
Solo le faltaba esto.
Besos
Y todavía habrá quien se pregunte que por qué queremos tenerte cerca. Tontos seríamos si renunciáramos a vos.
Abrazos
La reseña es larga, y no tengo tiempo. Me la he guardado porque es una costumbre mía el meterlas en mis libros. ;)
Este libro lo tengo apuntado para Navidad. Gracias Manu, ¡me encantan las reseñas!.
Besos.
Pero que pesao eres Manu y qué cargaíto de razones. Bss.
Estáis haciendo "historia", historia de las movidas literarias (como en el siglo XIX, por ejemplo. Aunque no sé todavía si alguno estará a la altura de Larra) Luego llegará algún filólogo aburrido dado a las clasificaciones y os dará nombre. Y al daros nombre, comenzaréis a existir para la posteridad (uffff, qué compromiso)
¿Qué nombre os gusta? ¿ Generación 12??? ¿Odisea 2012??? :))
Enhorabuena
Gracias, Manu.
Es una reseña profesional, exhaustiva, como todo lo que haces. Un placer.
Abrazos.
No puedo decir que me guste Ferrán Adriá, sobre todo porque no lo conozco, en cambio Agus es genial.
Sobre que el libro de microrrelatos deba tener "conexiones", no sé, a mi me aburrirían muchos relatos seguidos conectados claramente, sé que es lo que se va buscando, un parecerse a ciertos libros de textos de mayor extensión, pero a mí me gusta el microrrelato entre otras cosas por justo lo contrario.
Hacéis buena pareja, ¿cuándo actuáis por aquí abajo?
Abrazos
Gracias a todos por los comentarios. Arte Pun, yo tampoco he comido nunca nada de Adrià, hablaba de un concepto. En cuanto a la hilazón, me refiero al espíritu del libro, no a una cansina repetición de temas o de personajes, esto quiero dejarlo claro. Un espíritu o una voz también. Si no, es un cúmulo de disco duro amorfo pero en papel. Un abrazo.
Mita, me ha hecho mucha gracia eso que dices, de todas formas creo que sería algo así como "Generación Blogger", aunque un par de autores/as prepotentes de las/los que no se mezclan con nosotros quizá renieguen de todo este fenómeno.
Veo tantas cosas interesantes.
Aunque no tengo el libro, lo que mencionas con respecto a que haya códigos de los micros que se relacionan entre sí me parece una idea fascinante que, aunque silencioso, ya he intentado en un par de ocasiones.
Y, como tú, Manu, creo que así como escribe Agus no lo hace nadie. Conceptualmente, eso del Adriá del microrrelato me parece la metáfora más adecuada con respecto a la escritura de Agus. Jamás se me hubiera ocurrido. Por eso, me resulta doblemente atractivo.
El libro del compañero ya caerá. De momento me quedo con (como dice Elena) tu clase magistral.
Pd.- totalmente conforme en cuanto a la necesaria coherencia y conexión entre todas las partes de un libro de relatos.
Más que currada, esta reseña. Eres un crack, Manu. Y es un lujo contar contigo.
Abrazos admirados.
Pedazo reseña, Manu!!!! Por qué no te dedicas profesionalmente? Ah, bueno, porque entonces ya no lo harías tan bien, no?
El día que alguien me haga algo así, me caso con él.
Un abrazo.
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