6/08/2010

EL OTRO MUNDO


Mi amigo Fran no era un muerto normal. Me contó que se había suicidado, aunque tenía demasiado buen aspecto, con esas mejillas sonrosadas y todos los dientes en su sitio. Fran estaba convencido de que algún día resucitaría, pero yo le animaba diciéndole que estaba hecho un asco. Lo conocí cuando nos mudamos al nuevo cementerio, un camposanto recién construido. Habíamos comprado un nicho adosado sobre plano, en el centro de la necrópolis, junto a una estatua con forma de angelito. Mis padres se quedaron con la tumba de matrimonio (de nogal barnizado) y yo con el sepulcro blanco, como correspondía a un niño de mi edad. Mi madre me advirtió que no me paseara por las afueras, porque los muertos de las fosas comunes no eran de fiar y me podían pegar alguna cosa, pero no le hice caso. Cuando conocí a Fran era un muerto travieso que jugaba a asustar al enterrador. Nos hicimos buenos amigos. Nuestra principal diversión era espantar a las mujeres que limpiaban las lápidas. Una noche Fran me dijo con voz llorosa que había llegado su hora, que el fin estaba muy cerca. Al día siguiente Fran apareció vivo. Lloré tanto por su resurrección que nadie se acercó por el cementerio durante un mes. Creo que mi madre tenía razón con los muertos de las fosas comunes. Hoy me ha salido piel en las manos.



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24 comentarios:

Jesus Esnaola dijo...

Muy divertido, Manu. Es curioso lo que se consigue a veces dándole la vuelta a lo normal. Porque es divertido, pero no sólo.

Un abrazo

Propílogo dijo...

Impresionante forma de dar vuelta a cada uno de los conceptos. Pobre gente, un sinmorir, desmuriéndose por quedarse...
Brillante, enhorabuena.

josef dijo...

Un relato muy imaginativo y divertido. Excelente esa resurrección final.
Un abrazo.

Isabel Mª dijo...

La muerte viva, la vida muerta, Manu desarrollando el concepto, montando un cuento. Muy bueno.

Raquel dijo...

¡Muy bueno! Me gusta mucho el relato y ese camposanto tuyo donde viven los muertos que se desmueren.

Maite dijo...

Anverso y reverso contados con maestría. Todas las cosas tienen dos caras.

Un abrazo mayúsculo

Martín Gardella dijo...

Muy buena versión invertida! Te felicito. Muy original

Raúl dijo...

No te puedes fiar de nadie, joder.

Miguel dijo...

Curiosa vuelta de tuerca. Me gustó.

Saludos resucitados

Elena Casero dijo...

Este me encanta, Manu. Es incluso tierno. Y, bueno, como siempre, qué puñetas.

Torcuato dijo...

Es muy bueno, tanto por el contenido lleno de humor, como por el final. El contagio de resurrección es memorable. Te felicito.
Ya te he votado en EÑE

Un abrazo

BB dijo...

Me ha gustado tanto que hasta he
sentido pena por ese muerto revivido. ¡Qué malo está eso de
desmorirse!
¡Qué genial, Manu!
Un beso
BB

Belén dijo...

Cuando escribes así... te mataría

;)

Besicos

Anonima Mente dijo...

Tienes una forma de escribir que engancha desde la primera línea; el relato de hoy es tremendamente bueno.
Un saludo

Víctor dijo...

Joder, Manu, cómo le diste la vuelta a todo. Magnífico. Sin más.

Un saludo.

Pablo Gonz dijo...

Destaco la ambientación (muy viva a pesar del tema) y como siempre la facilidad del manejo del idioma. Poderosa arma en tus manos.
Un abrazo,
PABLO GONZ

Miguel Baquero dijo...

Pues muy bueno, como siempre, esa forma de dar la vuelta a la realidad es formidable

Pablo de la Rúa dijo...

Muy bueno, manu, me gustó. Un abrazo.

MANUEL IGLESIAS dijo...

Ha sucedido desde que el mundo es mundo. Los muertos se "viven" por volver. No saben la que les espera.Y están los estrictos horarios de los cementerios. Enhorabuena Manu. Un saludo
P.D. Has leido algo de Sara Maitland?

Isabel dijo...

Genial, se podría hacer hasta una peli.

Virginia Vadillo dijo...

Me ha encantado! Qué originalidad!! Es curioso eso de que a los muertos se les peguen cosas y les llegue su hora, jeje!
Besos!

LA CASA ENCENDIDA dijo...

¿Que manera de dar la vuelta a la tortilla, me ha encantao, nene!!!
Voya a ver si te voto.
Besicos muchos.

pepa mas gisbert dijo...

El miedo a la resurrección, uno de los peores miedos que existen, para el que quiera estar muerto claro.

Un abrazo, estupendo relato

Elisa dijo...

Me encantó.