2/02/2010

ANTIOBITUARIO: SALINGER VUELVE A LA VIDA


Es curioso. Salinger consiguió morir en vida y ha resucitado en muerte, como un Lárazo a la inversa. Logró que apenas nadie hablase de él hasta que ha muerto. Es increíble la cantidad de obituarios que brotan cada vez que muere alguien conocido. Salinger descubrió lo incómoda que es la fama. La fama es infame. Los famosos no pueden salir a la calle sin que la gente se crea con derecho a opinar de sus vidas, como esas abuelas metomentodo. Apenas hay un par de fotos del escritor, y no salía en las contraportadas de sus libros. Él no quería fotos, sólo Literatura. Ahora dicen que podría haber una obra ingente sin publicar en los cajones de su casa, e incluso, un documental sobre su vida en el que concede una entrevista de cinco minutos. Cuando se renuncia a la fama se crea el mito por una cuestión tan básica como la curiosidad morbosa: "¿Qué será de ese hombre? ¿Qué tipo de vida llevará en la América profunda?" Muy literario todo, como su literatura. Por un lado está la "Literatura" de consumo, la de kiosko, esa denostada por los críticos y apreciada por el público, la que vende millones de ejemplares ante los insultos del mundillo, esa Literatura no pretenciosa (de entretenimiento playero) en la que se suceden las acciones trepidantes a ritmo vertiginoso con intrigas, misterios, trucos a lo Zafón, Dan Brow, Stephen King o Ken Follet. Hace unos días, durante una entrevista, Ildefonso Falcones, el autor de "La mano de Fátima", uno de los diez libros más vendidos en el mundo el año pasado y el único español en la lista, decía: "Yo busco acción, no me gustan los libros en los que no pasa nada". Y luego están los escritores que venden menos (no es el caso de Salinger) pero cuentan con el favor de la crítica. Suelen prescindir de tanta acción y se recrean en personajes, ambientes e interpretaciones filosóficas sobre la vida. Negocio frente a arte, oficio frente a talento, entretenimiento frente a comeduras de tarro. Hace tiempo escribí un post sobre la película "Descubriendo a Forrester", inspirada en el taciturno Salinger, encarnado por Sean Connery. Connery le decía a su joven alumnoo talentoso que se dejara de grandes palabras y buscase la Literatura en las cosas cotidianas. El alumno le preguntó en cierta ocasión sobre el espesor de la sopa que estaba comiendo, y el viejo escritor le dijo: "Sigue preguntando por la sopa, el objeto de una pregunta es obtener información que nos importa a nosotros y a nadie más. Me preguntabas por qué tu sopa no espesa, bien, seguramente porque tu madre creció en una casa que nunca pensó en desperdiciar leche echándola en la sopa. Esa era muy buena pregunta. Escribe tu primer borrador con el corazón y reescríbelo con la cabeza. La primera clave de la escritua, es escribir, no pensar". Salinger es eso, la Literatura es eso: "El espesor de la sopa".

3 comentarios:

Lola Sanabria dijo...

Y existe esa fotografía en la que Salinger tiene cara de loco, cuando defiende su intimidad a golpes. Y existe esa hija que, más allá de cómo fuera la relación con el padre, no duda en sacar a la luz intimidades, no respetando su deseo. Y existe ese trepa con el que tuvo que enfrentarse para que no chupara rueda con una continuación de "El guardián entre el centeno". Mucha mierda se evitaría si las editoriales tuvieran un mínimo de ética y se negaran a publicar ciertas cosas. Muy buen comentario, Manu. A mí también me gustó la película. ¿Pelín edulcorada? Siempre "El guardián entre el centeno".

Raúl dijo...

Muy buena entrada, Manu.

Belén dijo...

No es lo que cuentas, si no cómo lo haces... y cuando sacas el arte de lo que ocurre cada día, llevas mucho camino andado...

Como Salinger

Besicos