UN RECUERDO

Hoy cuando salía del garaje para ir a trabajar he visto una hilera de flores blancas en la valla que separa la vía del tren de mi calle, una calle en la que murieron asesinadas 59 personas hace justamente cuatro años y un día. Una compañera que estuvo en los trenes tras la explosión me contó que lo más doloroso de todo era escuchar cómo sonaban los teléfonos móviles de los muertos, sin que nadie se atreviera a contestar, salvo algún valiente que con lágrimas dudaba mientras parpadeaba un nombre en la pantalla del aparato. Hasta hace bien poco algún vecino no había cambiado los cristales rotos de su ventana. Recuerdo los días siguientes al 11-M con una mezcla de confusión y rabia. Las informaciones eran contradictorias, pero aún ayer, cuatro años después y con una sentencia sobre la mesa, el editorial de un periódico seguía sembrando esas dudas sobre la autoría intelectual de la masacre. Los autores materiales murieron en la explosión de Leganés, pero parece que lo que les sigue importando a algunos es si ETA les ordenó morir por Alá y ellos dijeron, vale, venga mecagoendiós, Gora. Se trata de algo nunca visto. ¿Por qué no dudan sobre quién fue el autor intelectual del asesinato de Isaías Carrasco, el concejal del PSOE? Porque está bien claro, igual que en el tema del 11-M. Digan lo que digan, todos sabíamos que los autores intelectuales de la Guerra de Irak nos iban a traer a terroristas como los que vinieron. Quién no escuchó tras la fotos de las Azores la frase: "Nos van a poner un bombazo que nos vamos a cagar". De hecho ya atentaron en Casablanca contra intereses españoles. Pero no hicieron caso cuando millones de españoles nos echamos a la calle, no sólo para que no nos pusieran una bomba a nosotros, sino para que dejaran de tirar otras bombas en Irak. Y lo de Irak parece muy lejano, pero no, sigue muriendo gente cada día, decenas de personas, miles cada semana. Rajoy acusa a Zapatero de olvidarse de las víctimas y sin embargo dice que hay que pasar página con lo de Irak, donde hay miles de muertos cada mes. Las cifras son frías, pero cada vez que hablan de un nuevo atentado en la cola del pan en Tikrit o de un coche bomba en un mercado de Bagdad me acuerdo del 11-M y de mi calle. Y me imagino cómo será vivir un 11-M a diario en tu calle, en tu barrio, en tu ciudad, en tu país, día tras día, con cientos de móviles sonando sin que nadie que se atreva a cogerlos porque nadie quiere decirle a una madre que han matado a su hijo. No hay que pasar página al recuerdo, así que, ya que no he puesto flores en la vía, éste es mi pequeño homenaje para todos ellos.