BUENA CONDUCTA

Aquella mañana me levanté con una extraña apetencia por golpear a alguien, así que salí a la calle y sin ningún tipo de miramiento o conciencia moral que me refrenase este raro instinto, (yo siempre había sido un hombre muy pacífico y altruista que incluso pertenecía a dos ONG) comencé a repartir hostias a diestro y siniestro. Propiné dos sonoras tortas a un cura perplejo que esperaba el autobús, una patada en los glúteos a una mujer que venía de la compra, una tremenda colleja en la cabeza a un joven que sufría pronunciada alopecia, un puñetazo en la barriga a un obeso que salía de un herbolario, varios rodillazos en los genitales a un ejecutivo que hablaba por su móvil, cuatro codazos en el belfo a un repartidor del butano y así hasta cien personas distintas. Cuando ya estaba completamente extenuado me fui a un bar a refrescarme. Me bebí la coca-cola de un trago y comencé a tomar conciencia de lo que había hecho. Me sentía francamente mal, pero al ir a pagar estampé la cabeza del camarero contra el mostrador. No podía evitarlo. Comencé a llorar y a llorar, y cuando la gente se acercaba a mí para consolarme les pegaba una paliza entre sollozos y educadas disculpas de arrepentimiento. Y ahora me va a disculpar, pero con todo el dolor de mi corazón, y sin ningún ánimo de ofensa, ya que no se trata de nada personal, me veo en la imperiosa necesidad de asesinarleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

INFORME PSIQUIÁTRICO DE LA PRISIÓN DE TOPAS. PACIENTE: FELIPE ORDÁS CHUN (BIPOLAR). PROFESIÓN: DIRECTOR DE TV