Recibí la llamada de mi editor anunciándome la
inminente publicación de mi próxima obra y decidí darme una vuelta por el Reina
Sofía para celebrarlo. Había una exposición de un desconocido pintor
hiperrealista. En la primera sala vi cuadros que mostraban el interior de mi
dormitorio, con el nuevo edredón de círculos verdes sobre la cama y el parquet
brillante, recién acuchillado. Sorprendido, pasé a la siguiente estancia, que
exponía óleos de mi cocina con las dos sillas de plástico, la mesa de diseño, y
los huevos fritos con jamón que había cenado el día anterior. Cada estancia del
museo enseñaba una parte de mi casa, pero yo no aparecía en ninguna imagen.
Hasta que entré en la sala principal. Un enorme retrato mío de cinco por cuatro
metros ocupaba toda la pared. Posaba con la misma ropa que tenía cuando escribí
las últimas líneas de mi libro. Me acerqué más para leer el título del cuadro.
“Joan Campo, autorretrato”. Desde luego, ni yo me llamaba así, ni conocía a
nadie con ese nombre. Asustado, volví a mi casa, pero antes de entrar, abrí el
buzón, como de costumbre. Mi editor ya me había enviado el libro. La portada
era sencilla, con un pequeño dibujo surrealista de círculos verdes. Palpé con
la yema de los dedos mi nombre en relieve:
“Rubén Marcos, autobiografía”. Sin embargo, el texto hablaba de la vida de otra
persona, y en la foto de la solapa aparecía un desconocido pintando un retrato.
Mi retrato.
20 comentarios:
La mente del escritor, un batiburrillo de identidades e imágenes. Independientemente de los rasgos propios de todo el que se asoma por un escrito, como bien sugieres en el texto, creo que hay múltiples interferencias. La que más me ha gustado es la de los círculos verdes.
La autobiografía, es como una instantánea tomada con el autodisparador de una cámara, más que no reconocernos puede ser que no nos guste lo que sale.
Pero vamos, no es tan mala tu situación, al menos tienes editor.
Gracias por el relato. Un abrazo.
Muy bonito Manu. Normalmente no nos gusta vernos por dentro y en las fotos, no solemos reconocernos a veces.
Me encanta el recorrido que haces.
Besicos muchos.
El título y los círculos verdes marcan un texto muy tuyo. No sé cómo te las ingenias para que el giro final, ademas de cerrar la historia y explicar la trama, sorprenda y genere una nueva incógnita. Es un micro redondo, Manu.
Abrazos.
Manu, la vida que nos sorprende y a veces nos excluye de nuestras vivencias, normalmente cuando más alto se llega. No sé porque, pero al leerlo, me han venido a la mente esos personajes del corazón que de la noche a la mañana deben ver su vida publicada en los medios, y según cuenta, algunas veces distorsionada.
Al menos, tu personaje había hecho algo de provecho, algunos del cuore, ya sabe que nada.
Me gustó. Un abrazo.
A mi me dejas con la boca abierta, pero seguramente escribiré este comentario y no lo leerás tu, sino ese otro personaje que ocupa tu personalidad, así que bueno, para él también saludos.
Acertado en cada detalle, Manu, hasta el del tipo de letra que has elegido para exponerlo. Como ya te han dicho, es un micro redondo, consigues darle todo el sentido al micro en una frase final que resuelves con maestría.
Me encantó el súbito intercambio entre personalidades; en realidad un intercambio cruel y desajustado. Porque el pintor está en la galería y el escritor acaba de escribir su autobiografía (la de él que es otro); mientras el narrador (Que también es otro, y parte de aquellos dos también) permanece como a mitad de camino entre sus partes,
A veces pasa eso, excelente construcción. Un fuerte abrazo.
Me dejas con ganas de más, pero deja, ya construyo yo el después... vaya lío. Genial, Manu. Admiro mucho tu creatividad y las vueltas que le das a la realidad. En este caso círculos verdes.
Abrazos
Esta onda de extrañamientos concéntricos es hipnótica, el lector se deja caer con el protagonista en el precipicio de identidades deshojadas.
Te envidio más la calidad que la productividad, pero la verdad es que la segunda va mordiéndole los talones a la primera.
Abrazos
Me ha gustado mucho Interferencias, en el escritor nunca se sabe donde empieza uno y donde acaban sus personajes. Un intercambio no sólo es posible sino bastante frecuente y hasta recomendable. je,je.
Y por lo menos tenía editor, quién pudiera. Un abrazo.
Sin apartarte un ápice de ese registro tan tuyo al que nos tienes malacostumbrados, hoy nos regalas unas interferencias muy borgeanas, Don Manu.
Me gusta ese juego de espejos e historias concentricas.
Un micro excelente. De los que dan sentido al género.
Un abrazo,
Cuando describistes el edredón sonreí por su parecido con el mío. Despues la sonrisa se tensó cuando ví mi directa relación con la pintura, pero el rictus de mis labios llegó con el nombre del personaje.
Creo que tengo que hablar seriamente con mi distribuidor de internet, creo que se mezcla cierto blog con mi realidad.
;) jejeje... muy bueno
Cuando describistes el edredón sonreí por su parecido con el mío. Despues la sonrisa se tensó cuando ví mi directa relación con la pintura, pero el rictus de mis labios llegó con el nombre del personaje.
Creo que tengo que hablar seriamente con mi distribuidor de internet, creo que se mezcla cierto blog con mi realidad.
;) jejeje... muy bueno
Es buenísimo, me he metido dentro del Reina Sofía contigo y ya me estaba entrando un temblor desconocido por si yo era yo misma, o era otra diferente convertida en mi reflejo.
Buf!, me ha gustado muchísimo Manu.
Un abrazo
Me embarco en la lectura de esta "Interferencias" y me dejo llevar y al final tengo que volver a empezar porque ignoro quién es quién...
Muy bueno
Besitos
Chapó, maestro. Otro relato de los que haces con soltura, con un bucle extraño que produce vértigo al lector.
Un micro de lo más angustioso, de los que más me gustan.
Leerte siempre es un placer. Gracias por regalarnos este magnífico micro enmarcado en el recurso circular.
Un abrazo desde Colombia.
Redondo. Hipnótico. Sin más. De los que a mi me encantan.
Saludos
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