11/28/2007

JUNTA DE VECINOS


En su día una editorial me pidió que escribiera un libro sobre una famosa serie y les propuse un manual para sobrevivir en una comunidad de vecinos. Lo hice desde el total desconocimiento y casi a ciegas, ya que no había ido a un junta en mi vida. Ayer fui a una. El horror, el horror...

Junta de vecinos a las 7. Llego a las 7 y cuarto y la gente no empieza a llegar hasta las 7 y media. Un coñazo. El orden del día está plagado de trivialidades, pero al rato me doy cuenta que aquello va a ser más complicado que coronar el Everest. Sólo para ver quién cambia las bombillas, esta gente se tira media hora. El presidente dice que él no tiene por qué hacerlo, la abuela dice que ella no está para esos trotes, y como no hay conserje se decide que venga un electricista cada vez que haya que ¡cambiar una bombilla! Siguiente punto. Me entero que hay un trastero comunitario en el patio y que una vecina lo ha limpiado altruistamente, así que nos pide 100 euros, como esos tipos que te limpian el cristal en los semáforos sin que tú se lo pidas. Más perplejidad. Siguiente punto. Una vecina ha puesto aire acondicionado y otra ha llamado a la poli porque no puede dormir con el ruido que hace el aparato. Confrontación que llega al insulto. En el siguiente punto casi se llega a las manos. La razón: el arreglo una bajante (aunque lo intuía, no sabía qué coño era una bajante hasta ayer, lo mismo que un galápago o la tela asfáltica. me maravillan estas palabras). Siguiente punto: histeria colectiva debido al aumento considerable de la derrama debido a unas obras en el edificio y al cheque del arquitecto. Mecagoenlalecheputa. Siguiente punto: Petición para que la gente no tire porquería al patio por las ventanas (¿esto qué es?). Siguiente punto: a una señora se le inunda el balcón cada vez que llueve. Un vecino propone echar agua con una regadera para ver hacia dónde va el flujo de H2O y hacer un peritaje casero que no alcanzo a comprender del todo. Último punto: ruegos y preguntas. Me marcho espantado después de tres horas de histerias, lloros, amenazas varias de muerte e intentos de inmolación colectiva.

El horror, el horror.

11/22/2007

LA FRIVOLIDAD


Umbral decía de Fernán Gómez que era un hombre del Renacimiento: lo mismo te escribía un libro, que un guión, que dirigía una peli, que te dejaba perplejo en una tertulia. Lo definía como un cruce entre Leonardo y Cyrano pero con ojos de diablo verde. Todo lo que hacía lo hacía bien. Aún tengo grabada a fuego una intervención suya en aquel programa de tertulias que tenía Hermida. Mientras los demás debatían, él sólo hacía una intervención por programa y no solía tener réplica. Era siempre tan brillante que jamás le llevaban la contraria. Dejaba a todos clavados en la silla con sus ágiles reflexiones. Nadie estaba a su altura. Pero un día sí arremetieron contra el maestro. Le dieron bofetadas por todos lados. Tras una sesuda discusión tertuliana sobre no sé qué asunto de alta política, Fernán Gómez comenzó su intervención, y lo hizo para romper una lanza a favor de la frivolidad. Fue una intervención sublime. Pero toda aquella panda de palmeros se le echó encima como una masa de energúmenos. Por primera vez se atrevían a hacerlo con frases del tipo "no nos esperábamos esto de usted, por dios, como puede decir algo así, con su capacidad". No comprendían cómo un genio tan sesudo y brillante hacía un alegato de la frivolidad. Era como si Leonardo se hubiera caído de su pedestal de sabio, como si le hubieran desprovisto de su capa mágica de maestro intocable. Me dolió. Me dolió casi tanto como cuando Moncho corre tras el camión de Don Gregorio tirando piedras al viejo maestro republicano que le había explicado para qué sirve la lengua de las mariposas. Así que, maestro, buen viaje a ninguna parte, y por supuesto, ¡viva la frivolidad!

11/21/2007

COLECCIONES


De pequeño coleccionaba monedas. Al principio simplemente eran monedas de otros países, y cada vez que íbamos a Portugal a comprar toallas, pijamas y chándals que luego veías a docenas de niños en la ciudad, aprovechaba para traer unos cuantos escudos. Antes, mi padre me había cedido los francos franceses que conseguía gracias a la proximidad de Guipúzcoa con Francia, ya que allí el dentista era más barato. Cuando familiares y amigos se enteraron de mi afición me traían monedas de sus viajes por Italia o Grecia. Luego me encontré en la casa del pueblo de mi abuela una perra gorda, y comencé a ir al rastro, donde compraba algunas monedas de cobre gastado de Alfonso XII, e incluso algún duro de plata de Alfonso XIII. Afortunadamente, con el paso de los años, la afición numistática fue desapareciendo. Llegué a la conclusión de lo absurdas que son las colecciones, como los coleccionables de los periódicos. La foto de arriba muestra lo poco que queda del muro de Berlín en la actualidad, o al menos es lo que había hace unos tres años. El fin de semana pasado, cenando en casa de unos amigos, había un trozo de muro certificado por la tienda que lo vendía, y nos reíamos al pensar la cantidad de fragmentos de hormigón pintado que podrían llegar venderse. Como la cantidad de trozos de la verdadera cruz de Cristo que hay repartidos por las iglesias del mundo; podrían hacer una cruz que llegara al cielo, como la del Cristo de Dalí. Al fin y al cabo no hay mucha diferencia entre el coleccionismo y las reliquias. En ambos casos, el objeto, verdadero o falso, está rodeado por un aura que lo hace especial. Me imagino que con los trozos de muro que se venden en Berlín hoy en día, se podría construir una pared tan grande como la Gran Muralla China. Si cada turista juntase su trocito, se podría hacer un nuevo muro tan gigantesco, que podríamos separar Europa de África, la Luna de la Tierra, la Vía Láctea del resto del Universo.

11/15/2007

50 AÑOS



Mortadelo y Filemón han cumplido 50 años. Cuando vi ayer a Ibáñez en la tele me acordé de la primera entrevista que hice para la radio. Tuve que llamar a la base española que hay en la Antártida. El director me dijo que no estuviera mucho rato hablando, que la conexión vía satélite valía una pasta y estaba llamando con su código personal. Estuve un cuarto de hora hablando con el comandante de la base Juan Carlos Primero, jefe de las islas Livinstong y Decepción. Cuando colgué, más que satisfecho por las palabras del científico-militar hablándome de los bichos microscópicos que había por allí, me di cuenta que no había presionado el REC. Ante el bochorno de la situación decidí volver a hacer esa llamada, pese a que le iban a dar un toque a mi jefe por llamar al puñetero Polo Sur nada menos que dos veces. ¿Es que tenía una novia pingüino? Cuando el comandante volvió a escuchar mi voz y le dije que teníamos que repetir la entrevista me hubiera asesinado con un chupitel de hielo, pero accedió, eso sí, con un tono más cansino, menos entusiasta, y diciéndome: "¿Le has dado al REC, machote?". En la base había un tebeo de Mortadelo, y como tenía que hacer una entrevista a alguna personalidad para el aniversario de Radio 5, decidí que en lugar de entrevistar al típico politicrastro entrevistaría a mi admirado Ibáñez. Fue la segunda entrevista de mi vida para la radio, tras el gélido y ruinoso tema antártico (la de ceros que tendría esa factura al Polo Sur). Le di al REC y estuve hablando con Ibáñez cerca de una hora, como si fuera un amigo de toda la vida, porque al fin y al cabo pasé mi infancia con todos sus hijos: Mortaledo y Filemón, Rompetechos, Sacarino, Rúe del Percebe... Me contó sus durísimos inicios como dibujante explotado en la editorial Bruguera (que se forraba a su costa). Me dijo que estuvo años cobrando por página, me explicó cómo coloreaba durante horas y horas en su mesa sin descanso, o cómo nacieron esos personajes que me acompañaron durante años: El profesor Bacterio, el Súper, todos. Me contó que cuidaba mucho los detallitos de las viñetas, caricaturas de ratoncillos vestidos de vaquero y cosas por el estilo, por no hablar de sus especiales sobre los mundiales de fútbol que hacía para los Súperhumor. Parecíamos dos niños apasionados con un juguete, porque él mantenía la misma pasión que un crío con un tirachinas. Jamás se emitió la entrevista, era un personaje que no interesó a la emisora. Es la única entrevista que guardo en mi casa, pero no puedo escucharla porque está en una cinta abierta de magneto antiguo (ahora todo está digitalizado). Ayer abrí el cajón y allí estaba la cinta. Ponía a rotulador: Entrevista a Ibáñez. Aunque no pueda escucharla, jamás olvidaré aquella charla.

11/14/2007

INJURIAS

A continuación, reproduzco el comunicado que me ha hecho llegar el Sindicato de Periodistas de Madrid a propósito de la sentencia condenatoria a los humoristas de "El Jueves"

Una sentencia equivocada de país y de siglo
La FeSP considera desproporcionada la condena a un guionista y un dibujante de la revista El Jueves. La Federación de Sindicatos de Periodistas respeta la sentencia que condena a un guionista y un dibujante de la revista El Jueves por injurias a la Casa Real Española, pero considera que ésta demuestra que la justicia española necesita de un ajuste acorde a los tiempos actuales. La sátira es una de las formas históricas de la crítica y está enraizada en la tradición periodística española; creemos que, una vez más, la aplicación de la ley pura y dura sobre ella desconoce esa realidad y no ayuda a conducir a la sociedad española por los caminos de la libertad democrática.

Meses atrás todos las organizaciones periodísticas, intelectuales y dirigentes políticos de España criticamos con dureza el ataque que recibían los autores de unas viñetas en otras latitudes y tildamos aquellas reacciones fuera de toda razón de convivencia democrática. No se nos ocurría pensar que poco tardaríamos en encontrarnos en una situación similar dentro de nuestras fronteras. Sin embargo, no es menos cierto que la autoridad judicial no ha hecho sino aplicar su criterio, cierto que subjetivo, recurriendo a la legalidad vigente; por lo tanto, lo que corresponde es que los legisladores corrijan los criterios legales que permiten sanciones de este tipo que consideramos equivocadas de país y de siglo.

11/10/2007

REACCIONES

Ya hay reacciones sobre lo que comento en el post de abajo. Estaba claro lo que iban a hacer. Alaban al Rey por el pronto calificando su gesto de "impecable" y descalifican la política exterior de Zapatero. Debo estar sordo, porque me pareció oir la voz de Zapatero defendiendo a Aznar con argumentos. Pues ni por esas. No doy crédito.

"POR QUÉ NO TE CALLAS?"




Perplejo me han dejado las imágenes del Rey fuera de sí mandando callar a Hugo Chávez en la Cumbre Iberoamericana. Chávez ha conseguido dos en una, lo imposble, algo que no han logrado ni los que quemaban sus fotos hace unas semanas: ha conseguido que veamos a Juan Carlos fuera de sí (en los peródicos ponen el Doña hasta delante de Leonor, que tiene guasa para una niña de dos años) y también ha logrado lo inaudito, que Zapatero salga en defensa de Aznar. Me pregunto si Aznar habría hecho lo mismo por Zapatero, o si ha sacado la cara alguna vez por Zapatero ante su amigo Bush o por el contrario ha echado más leña al fuego. Veremos ahoralas reacciones de unos y otros, pero seguro que utilizan esto para seguir echándose estiércol sobre sus políticas cabezas.

11/09/2007

SENSACIONES


Firmando un ejemplar de "El desguace", una sensación indescriptible, un trabajo culminado, un círculo cerrado.

11/05/2007

LA PRESENTACIÓN

En primera fila brilla el whisky doble con hielo de un hombre que pasa los 50 y que arremete contra el presentador, convirtiendo sus palabras en molestos ruidos interrogatorios debido a una tajada de órdago. Interrupciones constantes, pero al final del pasillo del Café-Librería muchas caras familiares otorgan cierto sosiego a la escena de nervios: amigos de Salamanca, de Madrid, compañeros de la tele, colegas de la Escuela de Escritores, guionistas de mal vivir, gente de grupobuho, el amor platónico de la infancia casualmente convertida en novia de un buen amigo, dos mexicanas de portada del FHM que robaban todas las miradas, incluso rostros desconocidos que miraban con desconcierto al tajadista de la primera fila. Finaliza el breve acto, y con la firma de ejemplares a los asistentes se cierra una especie de círculo, ese círculo que comenzó a dibujarse con los primeros cuentos de la infancia y los primeros relatos de la adolescencia. Se vendieron todos los ejemplares que llevó la editorial, y los lectores cobraron forma. Una noche de letras, que como cualquier velada intelectual que se precie, acabó con una sonora fiesta cargada de aforismos etílicos y citas sobrias, como corresponde a la filosofía de barra. Ya pasada la resaca, os dejo el comienzo de uno de mis relatos preferidos del libro, un texto que lleva por título "El destino". Hasta la próxima.

Como cada domingo el señor Ramón se levanta, y aún a sabiendas de que durante las fiestas de guardar no hay correo, abre el buzón con una curiosidad que no puede reprimir. Para su sorpresa, hay una carta matasellada con su nombre: Ramón Ibáñez Pombo. En el momento en el que abre el sobre, el repartidor de periódicos lanza sobre su cabeza el diario y el suplemento del fin de semana, que bien envueltos en su plástico correspondiente, caen a plomo sobre su cabeza. Tras un enojo momentáneo con el muchacho acompañado de bruscos gestos y sonoras expresiones, Ramón entra en casa, rompe el envoltorio y echa un rápido vistazo a la portada del periódico. Un chorro de atolondramiento a presión llega a su cabeza cuando ve una enorme foto suya ocupando la primera página al lado de un titular gigantesco que le hace merecedor del Premio Nobel de Química. Tiene que ser un error. Coge una silla y se sienta a leer el artículo. No cabe duda. Se trata de él. Dan su apellido completo, su domicilio, el nombre de sus hijos, el de su mujer, fecha y lugar de nacimiento y multitud de datos biográficos. No da crédito; él, Premio Nobel de Química. Comienza a hacer repaso de su vida y no recuerda ni un indicio que le haga merecedor de tal galardón. Sí es cierto que había trabajado toda su vida en la droguería de dependiente como aprendiz, luego le habían hecho encargado y finalmente se había quedado con ella con el nombre de Droguería Ibáñez, pero sólo se había limitado a despachar productos a los clientes y a hacer los pedidos, nada más. Ni siquiera había terminado el graduado escolar. (...)


PD: "El desguace" ya se puede adquirir pinchando en http://www.editorialgrupobuho.com/el-desguace/libro-el-desguace.html