4/17/2012

LA SOMBRA DE KUBRICK


Mi sombra es la de Stanley Kubrick. Me di cuenta hace unos meses, mientras desayunaba en una terraza del Retiro. Sus movimientos seguían los de mi cuerpo de manera sincronizada, como de costumbre. Si levantaba mi brazo con la taza de café, la sombra hacía lo propio, si pasaba las hojas del periódico, sus movimientos copiaban los míos, como si fuera un calco negro. Por los altavoces del bar salía una música pop que no fui capaz de reconocer. Hasta que se produjo una extraña pausa. Un breve e inquietante silencio. Entonces sonaron los primeros compases de “Amanecer”, la fanfarria inicial de “Así habló Zarathustra”. Cuando las notas largas de trompeta se alternaron con los golpes secos de los timbales, adoptó una forma curvada, como se simio. Cuando el poema sinfónico alcanzó su cénit, comprobé atónico cómo mi sombra (pese a ser un ente de naturaleza etérea e incorpórea) cogía un hueso de pollo que había junto a mi pie derecho y lo destrozaba contra el suelo. Desde entonces solo estoy tranquilo por las noches, con las luces apagadas. No salgo a la calle los días de sol ni camino bajo las farolas. Mi mujer me ve tan mal que me ha propuesto ir con ella y el niño a un hotel en las montañas, pero me he negado. No me fío de mi sombra.

18 comentarios:

David Moreno dijo...

Haces bien en no fiarte ni de tu sombra, jaja menudo eres...

Un saludo indio
Mitakuye oyasin

Álvaro Dorian Gray dijo...

No hay que fiarse no de la propia sombra. Que bueno. Te sigo leyendo aunque no te deje nada por aquí.
Álvaro
Saludos y salud

AGUS dijo...

Me encanta la normalidad con la que integras el elemento fantástico en la narración, tras la primera frase, con esa referencia al desayuno en el Retiro. Y sin embargo, al final,de manera muy acertada, vuelves a resaltar el hecho en sí, lo que produce inquietud y desasosiego, tras una narración hipnótica.

Abrazos.

Susana Camps dijo...

Consigues que oigamos las notas que acompañan al simio... Un relato muy vívido, Manu, como siempre. Un placer leerte.
Abrazos

Rubén dijo...

Genial la introducción y ese desenlace a golpe de hueso de pollo. El giro de turca y la frase final lo hacen inolvidable. Un placer leerte

Anita Dinamita dijo...

Jo, qué miedo... por si acaso permaneceré a la sombra, no vaya a ser que me pase algo así.
Muy bueno, Manu
Abrazos

Araceli Esteves dijo...

Haces bien, las sombras se han vuelto unas insolentes oportunistas.

CDG dijo...

Muy a lo Vila-Matas con Hemingway o Tabucchi.
Saludos.

Nicolás Jarque dijo...

Muy mala sombra es esa que no sabe comportarse, o se la educa o se le pierde el miedo. Pero así vamos mal.

Me gustó.

Un abrazo.

Melvin Rodríguez Rodríguez dijo...

Muy divertidas las referencias a la obra de Kubrick y una buena historia. El final en especial fue mi parte favorita porque me encanta El Resplandor. Estoy que seguro que al maestro le gustaría.

Abrazos.

Sara Lew dijo...

Qué terrible estar a la sombra de tu propia sombra... Un texto muy visual y cinematográfico.
Un abrazo.

Manuel Rebollar Barro dijo...

Debes entenderlo, Manu, las sombras en invierno se aburren mucho y cuando uno se aburre es capaz de cualquier cosa (la sombra de un amigo, por ejemplo, todos los diciembres escribe libros ya escritos sin parar). Ahora que llega el verano no tendrán tiempo más que de cumplir su horario. Todo volverá a la normalidad (o no).

Abrazotes asombrados

Xesc dijo...

Todos los elementos de la historia son cotidianos y sin embargo, al estar integrados en el imaginario fantástico de las películas de K. resaltan inquietantemente. Evidentemente no es normal. Nada normal. ¿Qué puñetas hace un hueso de pollo en el Retiro?
Yo de ti me iría al hotelito ese de montaña. Eso sí que es el "retiro".

Abrazos

Lola Sanabria dijo...

No te puedes fíar ni de tu sombra. Y lo del hotelito me suena a "El resplandor". En fin, que lo tienes crudo. Y todo por meterte a guionista.

Abrazos variados.

Belén dijo...

Jo... quisiera que la mía fuera la de Tarantino!!!

Besicos

Elysa dijo...

Eso no es tener la sombra de K. si no tener una mala sombra. No me fiaría yo mucho de ir a ese hotelito, no sé, la cosa puede terminar muy mal...

Besitos

Rosana dijo...

Estos son los que yo llamo Manumicros, de rupturas de la realidad, inquietantes donde irrumpe lo fantástico pero que tienen también una lectura real porque a veces somos un extraño hasta para nosotros. Me ha dejado preocupada, ¿qué será capaz de hacer esa sombra? Dejarlo ahí con la referencia al resplandor es acohonante y acongojante.

Abrazo

Torcuato dijo...

Para mi, la genialidad del micro es el final(aunque hay que conocerse un poco la filmografía de Stanley).
Cuidadín Manu, que tú también eres escritor. No te vayas a un hotel de montaña.
Un abrazo.