10/07/2009

EL MAPA DEL MONASTERIO


En medio del desierto amarillo con las espigas del verano, el humo del tráfico se convierte en parte del recuerdo. Las paredes del lugar son frías y anchas. La humedad fresca me persigue por todo el recinto, acompañando cada uno de mis pasos cierto olor a mojado.
En la biblioteca del monasterio se apilan rimeros con miles de pergaminos, de manuscritos y de incunables cosidos a mano. Siglos de polvo que se pegan a las manos. Cuando paso la página quebradiza de uno de los tomos, la historia de una parte del mundo salta en pedazos. El hilo de la luz que entra por la ventana ilumina la penumbra de un trozo de pergamino que había caído a los adoquines irregulares del suelo. Aproximo mis ojos miopes y leo el nombre de mi ciudad, que desaparece rápidamente, convertida en polvo, entre las juntas separadas por la dilatación de aquellos adoquines de granito negro.
Después de varios días de tranquilidad entre la compañía discreta de los viejos del monasterio, regreso a casa con el ruido seco de los pasos incrustado en mi cráneo. Un volantazo para encarar el último tramo de la carretera, y los focos de mi coche no se topan con el resplandor de la urbe, hostigando con su claridad la oscuridad de la noche. Cojo el mapa y no encuentro el nombre de mi ciudad por ningún lado. Únicamente el vacío de un agujero marca la zona en la que debía estar, en medio de estos campos de polvo y de granito negro.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial!!! De lo mejor que te he leído.
Además el título me encanta.
Besotes mañaneros

Belén dijo...

Ay qué disgusto!

Y dónde estará la casa de los abuelos?

Besicos

Zayi Hernández dijo...

Me dejas con mucha incertidumbre, pero tb con un sabor dulce en los labios...que buen relato!
Besitos.

anTón dijo...

es que tu ciudad ¡no tiene nombre!

Carlos Frontera dijo...

Muy bueno. Como el efecto mariposa pero a lo bestia. Espléndidamente escrito. Que me ha gustado, vaya.

Odiseo de Saturnalia dijo...

No dobles el mapa que me caigo al suelo...

Isabel González dijo...

Qué curioso. Te has salido de tu estilo habitual para escribir este relato. Más críptico y lírico que los que sueles escribir que son más directos y con giro. Me recuerda a 'Continuidad de los parques'. Me gusta. Me obliga a releerlo.

Manu Espada dijo...

Isabel, has vuelto ha colarte en la final con un relato estupendo, has empezado con fuerza este año de nuevo. A ver si a la tercera va la vencida. En cuanto a lo que dices de mi relato, si, más que salirme de mi estilo habitual, es un regreso a los orígenes, hace años escribía así, luego opté por prescindir de los ornamentos.

Isabel González dijo...

Lo mío ya es adicción, puro vicio. Todas las semanas me digo: "venga olvídate, no mires la frase, no la mires, no..." Imposible. Me temo que la única forma de desengancharme es ganar Así de triste. Pobres los de la Ser. Han topado con una yonqui.
En cuanto a tu forma de escribir, desconozco los orígenes y ya te había encuadrado en un tono más narrativo y minimalista (que como bien sabes, se te da genial porque tienes muy buenas ideas y la idea es lo primordial en ese tipo de estilo). Imagino que con el otro tono das rienda suelta a otras inquietudes. Es tan difícil encontrar una voz propia (qué cosa tan cursi). Lo cierto es que eres un narrador muy eficaz y directo y si además, incorporas algún toque lírico, emotivo o intimista, pues mejor que mejor.
Besos y suerte con tu hijo, tu libro y tu árbol.