RESEÑA DE "LOS OTROS MUNDOS"

En primer lugar me gustaría resaltar la labor que está realizando Talentura como verdadera editorial independiente en la búsqueda de nuevas promesas de la Literatura, entendiéndose por “independiente” una editorial que mima las obras que edita, con unos resultados magníficos, y que no está ligada a ningún grupo de capital ni está sujeta a subvenciones públicas ni privadas (ha abierto la puerta a los micromecenazgos), sino que sale adelante gracias al esfuerzo de tres socios que no dependen más que de ellos mismos, de un esfuerzo de carácter artesanal y de su olfato literario a la hora de editar a nuevos escritores a los que las grandes editoriales les cierran las puertas una y otra vez. Una de esas promesas (ya una realidad) que se ha bautizado en papel gracias a Talentura es Rosana Alonso. Su libro “Los otros mundos” contiene 99 microrrelatos que conforman un todo perfecto, redondo. Porque Rosana, además de buena lectora y excelente escritora, es una gran “reescritora”. Escribe y reescribe, lima, lija y frota hasta que relucen esos otros mundos que ve a diario a través del microscopio de su laboratorio. Porque sus ojos ven cosas que el resto no vemos, un monstruoso ácaro en una mota de polvo, unos espermatozoides en el lamparón de un vestido de novia, o el secreto del Universo en un plato de sopa. Porque como dice la cita de Paul Éluard con la que encabeza el libro, “hay otro mundos, pero están en éste”. La mayoría de los cuentos del libro son de corte fantástico, un género que a menudo se confunde con “Lo Maravilloso”, esos mundos que tienen sus propias reglas en los que viven elfos o hadas. Lo fantástico no es eso. En la literatura de Rosana lo fantástico viene desde la realidad y acaba en esa misma realidad, muchas veces paralela, otras veces oculta. Fantasía desde la realidad, a través de la realidad y por la realidad. Porque quizá no haya género más realista que el fantástico. Porque los textos de “Los otros mundos” son como un iceberg que nos muestran solo una parte de lo real, el resto requiere esfuerzo por parte del lector. Y lo que nos muestra suele ser el lado oscuro del ser humano. Primero nos enseña un mundo de colores, y luego todo funde a negro de repente, explotando en tu cara. Un hada pisoteada como si fuera una cucaracha es el claro ejemplo de los relatos de “final infeliz”, la antítesis del “happy end” clásico, la indigestión de perdices tóxicas que se comen los protagonistas al final del cuento, y colorín oscuro con el que acaban sus historias políticamente incorrectas. Si quieres que tu hijo no duerma, si deseas que tenga pesadillas, si te propones que no disfrute de un plácido sueño, léeselos antes de irse a la cama. Porque el ser humano es así. Porque como dice en el último microrrelato, “The end”, a Rosana nunca le gustaron los finales felices.

P. S. Una crónica de la presentación del libro, gentileza de Jose. La luz no es buena porque no había luz: