Excálibur sigue oxidada en la roca esperando a que alguien se decida a sacarla, pero la gente pasa de largo...
3/29/2011
CANTANTES ZOMBIS (MICRORRELATO PULP)
Amo el “Soul”. Para disfrutar del género compré un tocadiscos en una subasta, un antiguo Westinghouse propiedad de Eric Wilson. Eric fue un cantante de cierta relevancia en los años setenta, pero devorado por las deudas acabó de segundón haciendo coros a la sombra de viejas estrellas como, James Brown, Eva Cassidy, Ray Charles, Ella Fitzgerald, o Curtis Mayfield. Nada más llegar a casa estrené el aparato de Eric Wilson con un vinilo de Nina Simone. A los dos días, las manos putrefactas de Nina llamaron a mi puerta. Le colgaba el ojo izquierdo. Se le veía el cráneo. Le faltaba un brazo. Su piel, verdosa. Conservaba algunos dientes y tenía las tripas fuera. Olía a pepinillos en vinagre caducados. Una zombi. Educada, pero zombi. Había salido de su tumba para venir a verme. No me fiaba. Cogí el atizador de la chimenea y le arranqué el brazo que le quedaba de un golpe. La encerré en el cobertizo de mi granja. Su voz había perdido algo de timbre, pero aún era capaz de llegar a las tres octavas y yo soy un fetichista. ¡Tenía el cadáver de Nina Simone en casa! Emocionado por mi hallazgo puse otro disco, esta vez de Otis Redding. Otis intentó entrar rompiéndome una ventana, pero le estaba esperando con mi escopeta de caza. Le volé las piernas a tiros. Tenía un agujero en el estómago provocado por el accidente de avión en el que murió, por lo que su caja de resonancia estaba algo tocada, aunque lo planté sobre la mesa (no tenía piernas, claro) y se marcó unos dúos impresionantes con Nina. Y así pasaron los días, entre zombi y zombi. Llené mi cobertizo de cantantes muertos que venían a mi casa desde todos los puntos del país cada vez que ponía un vinilo en mi tocadiscos. Conseguí domarlos. Me daban conciertos en el salón. Allí no cabía ya ni un alma. Decidí poner el disco de algún autor vivo, a ver qué pasaba. Cogí uno de Eric Wilson, el antiguo propietario del tocadiscos Westinghouse. Debía vivir cerca, porque nada más sonaron los primeros compases, llamó a la puerta con la mirada perdida. Una de mis zombis, Ella Fitzgerald, pareció reconocerlo. Se echó sobre él y le arrancó un trozo de cuello de un bocado. El resto del grupo se acercó al banquete y tuve que asustarles con un soplete para que se alejaran. Es una pena. Eric ya no canta igual, pero tiene buenos bajos. Lo he encadenado junto al tocadiscos. Durante unos días él será el solista. Las estrellas le harán los coros.
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17 comentarios:
Puaj ;-)
La idea es estupenda Manu... pero me va a sentar mal el café. "Allí no cabía ya ni un alma." qué bueno.
Besos
"Olía a pepinillos en vinagre", genial, genial. Hacía tiempo que no me reía tanto, Manu. Y aparte, el micro es impecable, frases cortas, cambios de ritmo, giros...
Es un texto, como dices, muy cinematográfico, muy pulp, muy tarantino. Y de fondo, no sé como lo has hecho, se escucha hasta la música. Genial.
Abrazos.
UY Manu, a mí también se me ha puesto de punta la tostada, peroes increible tu imaginación. Entre asquillo, me he tragadoe l relato con admiración, ¡eres increible niño!
Bueno, mañana inten to leerte cuando haya hecho la digestión, jajaja.
Besicos muchos.
Qué buena lectura, Manu!! y eso solo se puede tener cuando la escritura y la historia es buena primero. Este relato de zombis está fenomenal, primero porque el repaso que haces de la historia de la música es estupenda, y si no, que cualquiera se ponga a escuchar una canción de los artistas que mencionas. El juego que haces al final con qué pasaría utilizando la misma fórmula es un recurso también excelente. En definitiva, que me ha encantado. Un abrazo.
¡Rock & Roll!
Que bien me lo he pasado con esta película de zombis. Es que lo tiene todo, buenas imágenes, olores y la banda sonora es genial.
Besos.
Impecable Manuel! y el pobre Eric, un muerto en vida, fue reivindicado.
Me gustó mucho!
Saludos!
Extraordinario Manu.
La exquisitez radica en los detalles, precioso cada uno de ellos.
Tengo un viejo tocadiscos en casa, probaré suerte.
Un abrazo
Manu: ¿Y si hubieses puesto un disco de Raphael? Nunca sabremos lo que hubiese pasado. Un abrazo
Macho, macho. ¿Y si llegas a poner a los Hombres G? (un suponer)
Confieso que les tengo miedo a los zombis, pero me he descojonado de la risa con estos, tan buenos, tan simpáticos y qué cabrón el "normal".
Me gustó mucho.
Puñado de abrazos enteritos.
No deja de sorprenderme la imaginación que tienes, Manu. Es divertidísima la idea del tocadiscos mágico, los cantantes de soul zombies y el afán coleccionista del protagonista que lejos de cortarse los va "pegando en el álbum". No sé si participarás en el especial pulp que organizan los de Hankover, pero habría sido un estupendo candidato.
Ni más ni menos que un musical zombi, gran idea
Ohhhhhhhh me ha encantado, Manu... joe, ya me gustaría a a mi tener este tipo de pesadillas :)
Besicos
Muy bueno, muy bueno. Qué forma de jugar con los Zombis. Me gustó mucho, lo disfruté de verdad, Manu.
Abrazos.
Una idea muy loca y un micro de altura. Excelente trabajo.
Saludos!
Madre mía, me dejo unos meses de leerte y ahora me abrumas hasta con zombis amigo. Ahora me pongo a seguir leyendo, nos debemos unas cervezas y ya te llamaré para, con este tiempo, tomárnosla.
un abrazo, Álvaro
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