LUCÍA Y EL SEXO

El año no comienza el 1 de enero, sino que arranca con la temporada laboral, así que este año ha llegado a su fin. En la balanza quedan cosas buenas y cosas malas. Madrugones matadores a las cinco y media, alguna alegría, alguna decepción personal, un taco de letras en el cajón en lo que a relatos se refiere, y miles de frases escritas sobre la arena si hablamos de la tele. Se cierra un año de elecciones frenético en el que hemos entrevistado a prácticamente toda la clase política, desde Zapatero y Rajoy a casi todos los ministros del Gobierno y gran parte de los miembros/as de la oposición, y lo cierto es que ninguno de ellos ha llegado a emocionarme con sus palabras. Todos han venido a lanzar su mitin, discursos cargados de tópicos sin contenido ideológico más allá de nacionalismo sí, nacionalismo no, diálogo con ETA sí o no, crisis sí o sólo desaceleración. Tan sólo una excepción: Julio Anguita. Sus palabras casi siempre llegan porque las pronuncia desde el autoconvencimiento ideológico. Es de los pocos que se cree lo que dice.
Los testimonios personales han sido de lo más variado, demasiados crímenes. Muchos. Demasiados. Por eso me quedo con una historia humanizante: una donante anónima, una señora ama de casa, ofrecía su riñón a cambio de nada a otro señor enfermo de diálisis, un hombre que vivía atado a una máquina de por vida. No estamos en una época en la que, precisamente, un desconocido te regale un riñón a cambio de un simple “gracias”.
Me voy de vacaciones (¡por fin!) con un montón de libros de cuentos pendientes por leer debajo del brazo. Esta semana me pasé por Tres Rosas Amarillas y llené una bolsa con las sugerencias de los blogueros y del dueño de la librería. No creo que estos días ponga la tele ni apenas encienda el móvil. Estoy en la reserva, sin apenas gasolina tras un año agotador. Creo que Formentera, tan isósceles, tan pequeña, cargará de nuevo mis placas solares. Los flacos estamos diseñados para el calor. Al fin y al cabo me voy a una isla y quiero sentirme como un náufrago con billete de vuelta, igual que Paz Vega en Lucía y el Sexo con su moto por las carreteras de la hermana pequeña de las pitiusas. En cuanto al blog, me imagino que allí habrá Internet, pero no sé si lo usaré. Ya veremos. Hasta dentro de muy pronto. Ah, España ganó, al fin, 24 años después de Arconada, otra vez a la final de la copa de Europa, esta vez con Casillas. Estuvieron soberbios.