11/27/2012

HERRAMIENTAS DEL MICRORRELATO: EL CAMBIO DE CONTEXTO

Una de las herramientas del microrrelato que suele dar resultados más espectaculares es coger una realidad y colocarla en un contexto que no es el suyo. Tan solo hay que pensar en la realidad A y colocarla en el escenario B. Normalmente el resultado es un microrrelato fantástico, al poner una realidad en un contexto imposible, pero aquí no hablaremos tanto de géneros, sino de herramientas. Para momentos de bloqueo es una gran herramienta, ya que podemos hacer una lista con dos columnas. En la columna A anotaremos unos acontecimientos o unos personajes (reales o fantásticos) y en la columna B podemos situar lugares o escenarios, que pueden ser reales a fantásticos. Por ejemplo:

COLUMNA A                           COLUMNA B

Un temporal                               Un zoo     

Un unicornio                              Una habitación

Una guerra de conquista            Una alcantarilla  

Un aterrizaje                                Un tiesto

Ahora, debemos imaginar la acción o el personaje de la columna A en alguno de los escenarios de la columna B. Esta elección puede ser al azar o escogiendo el escenario que más nos guste. Podemos imaginar un unicornio en un zoo o en una alcantarilla y comenzar a escribir la historia a partir de esa idea o el aterrizaje de un avión en un tiesto, o un temporal en una habitación, como ocurre en el siguiente microrrelato de José María Merino. Tan solo hay que imaginarse qué ocurriría si los fenómenos climáticos se dieran en nuestra propia habitación, o incluso en toda nuestra casa. Una imaginación muy gráfica que vaya visualizando cada estancia, cada lugar de nuestro hogar y la reacción de nubes, rayos o toda una lista de fenómenos meteorológicos en una estancia cerrada. Y para ello, utilizar un lenguaje de “hombre del tiempo”.


PARTE METEOROLÓGICO
Hay muchas nubes en el recibidor, que ocultan la lámpara del techo y se infiltran progresivamente en la cocina y en el pasillo. Continuarán descendiendo las temperaturas, y es previsible que granice en el cuarto de baño y que llueva en la sala. Las precipitaciones serán de nieve en lo alto del aparador y en el borde superior de los cuadros. En las habitaciones del fondo, el tiempo continuará siendo seco y soleado.

Además del “truco” de las dos columnas, podemos recurrir a la clásica pregunta del “¿Y si…?”  Y empezar a escribir el relato a partir de la misma técnica, pero concretando, acotando el terreno, preguntándonos cómo sería la realidad si en lugar de ser la realidad tal y como es,la trasladásemos a otro sitio. “¿Y si hablásemos con subtítulos, como en las películas?”. “¿Y si los animales mitológicos vivieran entre nosotros como mascotas domésticas?” “¿Y si un personaje de ficción se sentase a tu lado en el autobús?” “¿Y si la vida fuera un musical?” Un ejemplo de mi libro “Zoom”, que precisamente lleva por título la herramienta utilizada en este post.


FUERA DE CONTEXTO
Al entrar en la panadería, el tendero me recibió entonando un “buenos días” con voz de tenor. Le pedí unos colines y se acercó hasta ellos moviendo el esqueleto al ritmo de la melodía que salía de sus labios. Cuando salí de allí, mis vecinos y sus dos niños, me saludaron con varios pasos de claqué y un estribillo que hacía referencia a la derrama que aún no había pagado. Abrumado, entré al bar y pedí una caña. El camarero, Pepe, amigo de toda la vida, me miró fijamente y empezó a mover sus hombros hacia arriba con lentos movimientos. Luego hizo un paso de break dance y acabó haciendo el “gusano” sobre la barra, acompañando sus espasmos con pedorretas de hip hop. Al acabar el número, un nutrido número de clientes pidió su consumición al unísono mientras levantaban sus piernas hasta la cabeza de manera alternativa, como si fuera un cancán francés. Repetían cantando: “Una de rabas y un vermú, una de bravas y un raguttttt…” Los clientes me agarraron para que siguiera el ritmo, y pese a que intenté hacer el espagat, mis piernas apenas consiguieron abrirse y un chasquido sonó a la altura de mi pelvis. Mi vida se ha convertido en un asqueroso musical. Mis comidas familiares parecen “Sonrisas y lágrimas”. Mis padres me echan broncas en falsete, y en las discotecas todos ligan imitando a los imbéciles de “Siete novias para siete hermanos”. Este mundo en el que todos se hablan cantando y bailando no me parece real y no acabo de aceptar que mi novia haya cortado conmigo entonando una melodía triste mirando al suelo, como si fuera una versión gilipollesca de Olivia Newton John en Grease. Todos me miran implorándome a coro, pero yo he decidido tirarme del tejado, como si fuera un violista desesperado, yadi dadi dadi didu didu didu didu dum.

Vamos a poner otro ejemplo más práctico:  las adicciones. Hay adicciones al alcohol, al juego, al sexo, a las drogas, etc. Se trata de coger los síntomas clásicos de la adicción y trasladarlo a alguna faceta de la vida en la que no suelan darse adicciones, como coleccionar trenes, comprar farolas, o simplemente, ser adicto a la lectura. ¿Cómo se escribiría un relato sobre un adicto a la lectura, pero desde el punto de vista trágico de un adicto a las drogas, y no desde la típica situación de la broma o el chiste grueso? Sustituyendo, cambiando de contexto, tomándonos en serio esa adicción aparentemente inofensiva, e incluso “beneficiosa” que puede ser la adicción a la lectura. Tal y como lo hace Ernesto Ortega en el siguiente microrrelato.

DESINTOXICACIÓN
El médico me prohibió leer. Cogió un bolígrafo y anotó algo sobre el cuaderno. Le hubiese quitado el boli allí mismo. Apreté los puños por debajo de la mesa y mentí: quiero dejarlo. De momento, no iban a internarme, pero debía olvidarme de los libros. Si no lograba vencer la enfermedad tendrían que meterme en esa clínica tan prestigiosa para escritores. Me hicieron pasar a una sala mientras el médico hablaba con mis padres. Al llegar a casa, tiraron los libros que tenía escondidos debajo de la cama y dieron mi nombre en las pocas librerías y bibliotecas que quedaban abiertas para que me prohibiesen la entrada. Nunca me dejaban solo. Les engañaba. Me encerraba en el baño y leía la composición de los champúes o les acompañaba al supermercado y me paraba en la sección de congelados a repasar los ingredientes. Pero me sabía a poco. Empecé a robar. En el metro miraba de reojo al viajero de al lado y me hacía con nombres y adjetivos del periódico que estaba leyendo. Pillé un verbo transitivo de una carta del banco que sustraje del buzón del vecino. Conseguí dos preposiciones en un carnet de identidad y algunos adverbios, aunque terminados en mente, en un folleto que me dieron en la calle. Cuando asalté una biblioteca, me internaron. El día que entré en la clínica, vi salir a Juan Manuel de Prada. Había adelgazado y no llevaba esas gafas de pasta que le caracterizan. Tenía mejor aspecto. En mi grupo de terapia, reconocí a Lorenzo Silva, aunque la mayoría éramos gente anónima. Pronto descubrí el mercado negro. Al apagar las luces de las habitaciones, nos reuníamos en los baños y traficábamos con palabras. Cambiábamos adverbios por preposiciones y dábamos nuestra alma por encontrar a quien tuviese el adjetivo perfecto. Por la noche componíamos historias, las memorizábamos y al día siguiente, a la hora del paseo, lejos de los ojos de los enfermeros que se distraían con la televisión, nos las contábamos. Cuando salí, todos pensaban que me había curado.

Otro ejemplo magistral es el relato de Ginés S. Cutillas, que debió preguntarse en su momento cómo sería la vida de su personaje si un bien día se encontrara un koala viviendo en su armario, un hábitat muy poco habitual para este tipo de marsupial procedente de Australia.

EL KOALA DE MI ARMARIO
Un koala vive en mi armario. Sé que suena extraño pero una noche, a las cinco de la mañana, un ruido me despertó. Cuando abrí los ojos no di crédito a lo que veía: un koala se dirigía haciendo eses hacia mi armario. Lo abrió, se acurrucó entre la ropa plegada y cerró la puerta.
En un principio pensé que soñaba pero, tras levantarme a comprobarlo, me di cuenta de que tenía al animal viviendo en el armario desde vete a saber cuándo. Como dormía plácidamente, me dio pena despertarlo. Así que cerré la puerta y me acosté pensando en qué le diría al día siguiente. Pero cuando amaneció no se me ocurrió qué decirle (¿qué se le dice a un koala que vive en tu armario?) y así fueron pasando los días. Poco a poco le fui haciendo espacio para que estuviera más cómodo. Nunca le dije nada. Incluso alguna noche, cuando tardaba en llegar, me preocupaba y no apagaba la luz hasta que lo veía aparecer mientras me hacía el dormido. Si llegaba muy borracho hasta le ayudaba a subir con la seguridad de que al día siguiente no se acordaría.
Él sabe que yo sé que existe, pero hemos llegado a un trato no oral (ni escrito) de ignorarnos.
Escribo esto en un papel mientras como en la mesa. Él está sentando enfrente de mí, masticando hojas, justo delante de la tele. Yo hago como que no le veo.

Situar animales exóticos, extinguidos, o mitológicos en situaciones y contextos totalmente cotidianos es una práctica muy extendida y que funciona muy bien por ese concepto que en narrativa se denomina “extrañamiento”, y que consiste precisamente en pegar un “punch” en la mandíbula del lector situando un elemento sumamente extraño en un contexto lo más cotidiano posible, muy propio del relato fantástico. En este registro suelen funcionar muy bien lugares muy comunes como casas con decoración clásica, situaciones familiares muy tradicionales, o tiendas de ultramarinos y panaderías, por poner algunos ejemplos. En este tipo de cambio de contexto también funciona el “truco” de las dos columnas, es decir, colocar en la columna A cosas o seres muy poco comunes y en la columna B sitios o situaciones cotidianas. Siempre sale algo con esta técnica. Pondremos un ejemplo de Ana María Shua en la que sale un dinosaurio y un dormitorio, pero también podría haber usado un tigre de bengala y un baño o un personaje de Cervantes y una joyería de barrio.

IMAGÍNESE
En la oscuridad, un montón de ropa sobre una silla puede parecer, por ejemplo, un pequeño dinosaurio en celo. Imagínese, entonces, por deducción y analogía, lo que puede parecer en la oscuridad el pequeño dinosaurio en celo que duerme en mi habitación.

Hasta la próxima a todos y gracias por la visita.

11/20/2012

RESEÑA DE "SENTIDO SIN ALGUNO"

Tras las fotos de la presentación, la reseña del libro. Como dije en la presentación, en su día dividí los microrrelatos de “Sentido Sin Alguno” en las siguientes categorías:

1.            Los narrativos. Este tipo de relatos tienen tramas claras, diáfanas, aunque incluso aunque utilicen una base fantástica, hay una historia que empieza y acaba desde un punto de vista clásico. Son las más fáciles de entender, cierto, pero Agustín las desarrolla con maestría, con un estilo propio de Rafael Azcona, en el que la aparente indiferencia ante la muerte, que está siempre presente, poniendo el dedo en la llaga ante la mezquindad y el egoísmo humano. Sin duda, entre los relatos narrativos destacaría “Carne rebozada” (con el que ganó Relatos en Cadena, de la SER), uno de los mejores microrrelatos que he leído. También destacaría en este sentido “El hombre elefante” o  “Pretérito imperfecto de subjuntivo, por citar algunos. Por otra parte, dentro de los llamados textos experimentales, también hay algunos que no prescinden de esa narratividad, pero se ponen un  “vestido”, ofreciendo un plus atractivo, una especie de traje que realza el contenido. En este sentido pondría como ejemplo “Feliz coincidencia”.
 
2.            Los surrealistas. Los relatos surrealistas del libro son los más difíciles de entender para un lector medio, porque tienen códigos y subcódigos internos que no se sustentan en la narrativa clásica aristotélica (planteamiento, nudo y desenlace), pero no quiere decir que no estén pensados o no tengan mensaje. El punto fuerte de estos textos en LA VOZ tan potente que tiene Agustín a la hora de afrontar estos retos en forma de microrrelato, la perplejidad en la que se puede quedar absorto el lector. La voz de Agustín es tan personal y potente a la hora de elaborar estos microrrelatos que precisamente es lo que le hacen diferente. No hay nadie en el panorama literario actual que escriba como él lo hace. Hay autores que buscan su voz toda la vida, sin embargo, cuando lees una de estos textos de Agustín, sabes que ha salido de su privilegiada cabeza, aunque para un editor podría suponer un riesgo publicar este tipo de textos tan arriesgados, y afortunadamente Talentura ha tenido el valor de hacerlo. Sin duda un libro de textos narrativos es apostar a caballo seguro, por la amabilidad de su estructura interna, la fácil comprensión y lo atractivo de seguir el hilo conductor, pero Agustín en este sentido es valiente y va más allá de donde ha ido cualquiera en el terreno del microrrelato, tan dado a repetir códigos. Estos textos ofrecen un producto diferente en una estantería que está llena de alcayatas iguales. Es un riesgo, pero merece la pena asumirlo. En este sentido pondría como ejemplo de todo lo indicado anteriormente el título “Movimiento vertical de zapato”. “Alzheimer” también va en este sentido, y muchos otros textos. Prueba a leerlos en voz alta. Enérgicamente. Por otro lado, igual que en los relatos narrativos, Agustín también pone de vez en cuando un “traje” experimental a los relatos surrealistas que hace que luzcan muy bien. Un plus que le da la forma al contenido, pero la forma siempre en función del contenido, como tiene que ser para que no se quede en la mera ocurrencia.
 
3.            Los paradójicos. Estos textos utilizan como principal herramienta la paradoja, una estructura al estilo “un blanco que es negro”, o “un enano de metro noventa”, o “un tonto superdotado”. Estos textos no pierden la fuerza que tiene la potente voz de Agus. Como ejemplo pondré “Acúfenos”. Este texto es una declaración de intenciones respecto a la paradoja (El mismo banco distinto/ Juan, que en realidad no se llama Juan/ su mujer que también murió hace algún tiempo / el sol que nunca llegó a salir se pone / idénticas direcciones opuestas…) En cualquier caso, el libro prescinde el universo Winnappú, un micromundo que se asienta casi por completo en la paradoja. Quizá el autor esté pensando en un volumen propio. Quién sabe.

4.            Los reflexivos. Son pocos textos. Están desarrollados desde los recursos literarios, pero con una base reflexiva en la que se nota la formación filosófica del autor. Hacernos pensar un poco a los lectores no está nada mal. Un ejemplo de este tipo de textos “reflexivos” sería “Diez segundos y sesenta metros”.


5.            Los líricos. El lenguaje de Agustín está muy cuidado. De vez en cuando suelta un exabrupto como “mierda” o “cojón” en mitad de una parrafada lírica con el fin de sacarte de la lectura ensimismada con un puñetazo en la mandíbula, como una bofetada. En cuanto a relatos líricos destacaría “Otoño en Narhwick” (o invierno).


6.            Los visuales. Son relatos que no renuncian a su narratividad, pero que juegan con la forma como un plus añadida. Desde textos en vertical a textos boca abajo o letras al revés. Todo un despliegue.
 
CONEXIONES:  Me parece un acierto que se establezcan conexiones entre los textos del libro, creo honestamente que es el futuro de los libros de microrrelatos en papel. Antes se rellenaban los libros de microrrelatos con textos deslavazados que se iban acumulando en el disco duro del ordenador procedentes de deshechos en concursos, cadáveres de textos cuyo comienzo por una frase obligatoria acaban por quitar el alma de ese texto por los peajes que debe pagar un autor a la hora de concursar bajo ciertas condiciones. Los editores están realmente hastiados de recibir textos con la misma frase de comienzo de los cientos de concursos que pueblan la red, que si bien incentivan la escritura, condicionan y convierte al microrrelato en una especie de juego que muchas veces nada tiene que ver con la Literatura en el amplio sentido de la libertad creativa (El año pasado ganó el concurso del Museo de la Palabra un texto que comenzaba con una frase de Relatos en Cadena, algo que no va contra las bases, pero que desnaturaliza un premio que pasa por ser el mejor dotado del mundo, incluso sale en el Guinness al ser el concurso mejor dotado por palabra, algo irrelevante para la Literatura). Ahora hay que ir más allá, el libro debe ser un todo temáticamente y además tener esos hilillos de conexión que tienen los textos de “Sentido sin alguno”. Es el caso de “Narhwick”, la temática del suicidio o determinados personajes para que el lector se lea el libro como un todo, igual que una novela. También le da unidad al libro la constante de la muerte, del humor negro, de las reiteraciones, del viento, de las alturas (edificios), o del vacío. Además, los números del índice están descolocados, igual que el título, un juego  intertextual que convierte a estos números de la paginación en un personaje más. Como resumen, diría que “Sentido Sin Alguno” es un libro desestructurado como un manjar exquisito, como hace Ferrán Adrià con la tortilla de patata. Agustín Martínez Valderrama es el Ferrán Adrià del microrrelato.

11/19/2012

CONCURSO MEJOR NOTA SUICIDA




El sábado, durante la presentación de "Sentido Sin Alguno", de Agustín Martínez Valderrama, hicimos un concurso improvisado sobre la mejor nota de suicidio de alguien que decide acabar con su vida mediante un plátano. El jurado estuvo compuesto por Lola Sanabria y Rosana Alonso, y estos fueron los textos seleccionados. El ganador, en la tercera foto, se llevó un completo kit de los chinos para cortarse las venas.

TERCER PUESTO

Con los tiempos que corren, nada como meterle un plátano por el culo a un antidisturbios para suicidarte.

Autor: Sirenia de los Montes.

SEGUNDO PUESTO

Para suicidarte con un plátano basta con intentar pelarlo con una guadaña bien afilada al borde de un
pre
ci
pi
ci
o.

Autor: Adrián Sanjuán.

GANADOR

A quien lo lea: Cuando lea esto, estaré muerto. Si no fuera así, ruego tenga la decencia, recato y mesura de rematarme.
P.S. Adjunto el arma.

Autor: Jesús R.


Agus publicará una crónica de la presentación de "Sentido Sin Alguno" en su blog. Mañana martes, publicaré una reseña del libro. Gracias por pasaros y gracias a todos los que vinísteis el sábado.

11/14/2012

MIS RAZONES PARA HACER HUELGA

Junto a la farola se agolpan nueve hombres. Cuatro de ellos tienen las corbatas raídas y los pantalones remendados. Los otros cinco van en mangas de camisa. Rotas. En la farola de al lado hay otra decena de hombres. Fuman un cigarrillo. El mismo cigarrillo. Se lo van pasando. La plaza está llena de farolas apagadas. Cientos de hombres se apoyan en ellas. En círculos concéntricos. Apenas hablan. Fuman y esperan. Al amanecer aparecen diez camiones con la pintura desconchada. Los hombres se ponen de pie y corren hacia ellos. Se empujan. Algunos caen al suelo. Se pisan. Los más fuertes llegan los primeros. Del primer camión se baja un individuo.
— ¡Silencio! —grita mientras saca un Ipad de su chaqueta. La multitud intenta abrirse paso.
— ¡Dos ingenieros nucleares! —vocea mientras decenas de personas levantan la mano.
— ¡Tú y tú! —señala a dos individuos. Se suben al camión y prosigue con la selección.
— ¡Catorce licenciados en Química! ¡Nueve astrofísicos! ¡Doce doctores en Filología Alemana! ¡Cuatro actores de reparto! ¡Quince informáticos! —acaba de leer la lista y se la guarda en el bolsillo.
— ¡Y un filósofo! —dice para finalizar. Nadie levanta la mano. Entonces, los seleccionados se suben al vehículo, que arranca y se va a toda prisa. A continuación, un hombre sale del segundo camión con un NetBook. La masa se abre paso hasta él a empujones.

11/13/2012

PRESENTACIÓN "SENTIDO SIN ALGUNO"

El sábado presentamos el primer libro de microrrelatos de un autor al que todos conocéis: Agustín Martínez Valderrama, que vendrá a Lavapiés desde Gavá para impartirnos unas clases intensivas sobre suicidio colectivo patafísico, muy propio de las sectas microrrelatistas de la altiplanicie groenlandensa. "Sentido Sin Alguno" es la nueva apuesta de Talentura en su afán por descubrir nuevos talentos y por convertirse en una editorial de referencia por su impulso del género del microrrelato. Nos vemos.

11/05/2012

HERRAMIENTAS DEL MICRORRELATO: EL MICRO VISUAL


Repasando estos días numerosos libros de microrrelatos para ilustrar el tema de los microrrelatos visuales, apenas he encontrado un puñado de ejemplos, lo que demuestra que al género aún le queda mucho recorrido por explorar y un hueco importante por explotar: la forma. En el caso de la poesía, son numerosos los ejemplos de poesías visuales, incluso de libros temáticos que recogen poemas visuales. Os dejo dos ejemplos de poema visual y este enlace, en el que podéis leer unas cuantas poesías visuales y caligramas.+
 
TEXTO QUE SE ENCOGE (Guillermo Cabrera Infante)

    Y el dueño se achicó, y es que podía hacerlo todavía y

     fue el hombre increíblemente encogido, pulgarcito

          o meñique, el genio de la botella al revés y

                   se fue haciendo más y más chico,

                   pequeño, pequeñito, chiquirritico

                        hasta que desapareció por

                           un agujero de ratones al

                                  fondo-fondo-fondo

                                       un hoyo que

                                        empezaba

                                             con

                                               o


TRIÁNGULO ARMÓNICO (Vicente Huidobro)

                                                         Thesa

                                                     La   bella

                                                Gentil  princesa

                                           Es una blanca estrella

                                         Es una estrella japonesa

                                Thesa es la más divina Flor de Kioto

                            Y cuando pasa triunfante en su palanquín

                           Parece un tierno lirio, parece un pálido loto

                      Arrancado una tarde de estío del imperial jardín.

        Todos la adoran como a una diosa, todos hasta el Mikado

                     Pero   ella   cruza  por  entre todos  indiferente

                          De nadie se sabe que haya su amor logrado

                                  Y simpre está risueña, está sonriente.

                                         Es    una   Ofelia    japonesa

                                             Que a los flores amantes

                                                        Loca y traviesa

                                                           Triunfante

                                                                Besa.

En cambio, el primo lejano de la poesía, el microrrelato, apenas ha sacado provecho a la forma del texto. En libros de papel apenas se encuentra nada, sin embargo, en los blogs hay algún ejemplo más, aprovechando que se puede aunar el texto a la imagen sin demasiadas limitaciones. Sin embargo, me gustaría diferenciar el microrrelato visual del caligrama y similares, textos en los que las letras forman un dibujo. No estamos hablando de eso. Un microrrelato visual es aquel micro que tiene una narración sólida por sí misma, pero que lleva un “traje” que le da una vuelta de tuerca al argumento o lo consolida. Un buen microrrelato visual debe funcionar sin el “adorno” de ese componente visual, si no, estamos jugando al mero ingenio. Es decir, debe contar una historia, tener un argumento, y esa forma debe ser un complemento, como un vestido hecho a medida. Por eso prefiero siempre escribir primero el texto y luego buscarle una forma adecuada, para que la historia no esté al servicio de la forma, sino la forma al servicio del contenido. Pero vamos con ejemplos ilustrativos, y para ello vamos a dividir los microrrelatos visuales en dos grupos: Los que necesitan edición de imagen y los que no.

1.      Microrrelatos visuales que no necesitan edición. En este grupo entrarían todos aquellos textos que no necesitan un programa de edición, por lo que su “visualidad” radica básicamente en jugar con los caracteres, la tipografía, el color, el tamaño, o la forma de las letras, las palabras y las frases, además de los huecos y las ausencias. También podrían entrar en la categoría de microrrelato experimental. Es decir, podemos escribir un texto en el que todas las letras tengan un cuerpo determinado menos una, que es más grande o más pequeña que el resto, o incluso de otro color. También se pueden dejar huecos o espacios en blanco. Vamos con varios ejemplos. El primero, titulado “El Fantasma”, es el microrrelato más corto de la Historia, ya que solo tiene título, y el cuerpo del texto está en blanco. La misma técnica utiliza el autor aolombiano Esteban Dublín en su micro “Vampiro en el espejo”.

EL FANTASMA (Guillermo Samperio)

 



VAMPIRO EN EL ESPEJO (Esteban Dublín)

 


En cambio, os dejo el ejemplo contrario, el título más largo de la Historia en comparación con el cuerpo del relato. 2 palabras de cuerpo frente a 35 palabras de título. Muy visual el microrrelato de Luisa Valenzuela.

EL SABOR DE UNA MEDIALUNA A LAS NUEVE DE LA MAÑANA EN UN VIEJO CAFÉ DE BARRIO DONDE A LOS 97 AÑOS RODOLFO MONDOLFO TODAVÍA SE REÚNE CON SUS AMIGOS LOS MIÉRCOLES POR LA TARDE
-Qué bueno.

A continuación, os dejo varios ejemplos que juegan con las letras o su ausencia, pero no desde un punto de vista estético, como en la poesía o el caligrama, sino que aportan al significado y la intrahistoria del argumento.


HUYAMOS (Ana María Shua)
¡Huyamos, los cazadores de letras est´n aqu´!


LS CNSNNTS (Rafael García Z)

Ls cnsnnts, cgds pr s mbcn d cnvrtrs n un

rz pr y sn mzcls, nnc dmnsnrn l mgntd dl

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 n, ls vcls dl lfbt.

 
EL TRASPLANTE (Manu Espada)

- Os presento a mi hijo. Cariño, dile algo a los nuevos enfermeros.

- ¡Q ´ cjns st´s mrnd, hjs d pt!

- Perdonad a mi niño, tiene mal humor; ya les habrá dicho el doctor que nació sin cuerdas vocales.

Además de jugar a poner o quitar letras se puede jugar con la disposición de las frases para dar fuerza al relato, o encoger o aumentar el tamaño. Aquí dejo dos ejemplos.


FELIZ COINCIDENCIA (Agustín Martínez Valderrama)

L
a

m
u
j
e
r

 r
e
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l
ó

 y

 s
e


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o
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n
o


p
i
s
o.
Felizmente, por debajo, pasaba un suicida.

LAVADO EN CALIENTE (Manu Espada)

Siempre me habías lavado la ropa, pero desde que me abandonaste tuve que aprender a hacerme la colada. Utilizaba un programa de agua caliente, y mis pantalones y jerseys encogían tanto que parecían de bebé. Un día me olvidé un billete de cincuenta euros. Después del centrifugado se convirtió en uno de cinco. El día que me dejé el móvil recogí un celular diminuto, del tamaño de un pulgar. En otra ocasión la lavadora convirtió un balón de reglamento en una canica insignificante. Decidí meter una novela. Cogí una al azar de la estantería: “Parque Jurásico” de Michael Crichton. Tras el programa de lavado salió el cuento del dinosaurio de Monterroso. Hoy me metido yo dentro de la lavadora. Te escribo esta nota con el corazón encogido. Al menos ya he superado lo nuestro.

Son multitud la cantidad de cosas que se puede hacer con la tipografía, tamaños y colores sin usar nada más que las letras del teclado y el espaciador, pero ahora, vamos un paso más allá.


2.      Microrrelatos visuales que necesitan edición. Este tipo de microrrelatos es un mundo aún por explorar que tiene unas posibilidades infinitas. Con un programa tan sencillo como el Paint o más elaborado, como puede ser el Photoshop, podemos poder textos en espejo, del revés, estirar letras, difuminarlas como si escribiéramos con el dedo en el vapor de la mampara de una ducha, podemos mover, encajar, romper, etc. Pero siempre con una historia sólida detrás, o mejor dicho, una buena historia por delante. Si en el caso anterior apenas he encontrado ejemplos, en este caso, y tras revisar una gran pila de libros de microrrelato, apenas he encontrado nada, por lo que me vais a personar, que con todo el pudor del mundo, ponga algunos ejemplos propios acompañados de otros micros del autor Rafael García Z que me ha hecho llegar amablemente José Manuel Ortiz Soto. También quiero agradecer a Gadea, de Nanoediciones, que me haya hecho llegar algunos ejemplos extraordinarios escritos por Julio, su compañero de editorial. Si queréis experimentar con el Paint, sólo tenéis que abrir una caja de texto y escribir dentro. Una vez que hayáis hecho las modificaciones deseadas en el microrrelato, lo mejor es guardarlo en formato JPG., que es un formato de imagen muy adecuado para colgar en el blog, como si fuese una fotografía. A continuación os dejo varios enlaces con algunos ejemplos.

 

Ejemplo microrrelato reversible.
Ejemplo microrrelato chubascos.
Ejemplo microrrelato con imágenes.
Ejemplo microrrelato notas musicales. (Se escribe el relato a mano y se escanea)
Ejemplo microrrelato subrayado a mano.
Ejemplo microrrelato en forma cruz.
Ejemplo microrrelato en paralelo.
Ejemplo de microrrelato con emoticonos.
Ejemplo de reiteración visual, de Julio de Nanoediciones.
 
En círculo, de Rafael García Z.

En espejo, de Rafael García Z.


 

En laberinto, de Rafael García Z.



Si conoces algún microrrelato visual o has escrito uno, puedes dejar un enlace en los comentarios y comentarnos tu técnica. Hoy publico tres ejemplos más. A continuación, un estupendo microrrelato de Susana Camps.

GA

LERA

DA



A treinta de julio de 1526,

ante la adversidad confirmada

bajo los augurios de la Cruz del Sur,

cabe la costa do naufragó la Santi Spiritu,

con veinte hombres a bordo luchando

contra el hambre y la sed, huimos

de tierra inhóspita y enferma:



desde Once Mil Vírgenes,

durante una expedición sin anales,

en pocos días alcanzamos Laguna Blanca.

Entre guanacos y onas vivimos, mas

hacia su invernal mes de agosto,

hasta los indígenas morían.

Mediante la oración,

para y

por la Fe,

según la inquebrantable lección y elección del agustino Diego Feijoo,

sin dolor entregamos el cuerpo para que Dios nos santificara,

so pretexto de evitar que futuros navegantes pereciesen; y

sobre las eternas olas, convertidos en almas errantes,

tras la voz de la brisa ahuyentamos las naves

mediante un lúgubre, fantasmal ulular.



Versus la tentación del infierno, Dios modifique vuestra trayectoria y os salve

vía oración y devoción a nuestra misericordiosa Señora de los Mares del Sur.


SOPA DE LETRAS (No Comments)


LA VUELTA (Ernesto Ortega)

Como podéis comprobar he cambiado el título a estas entradas y he sustituido “Teoría del microrrelato” por “Herramientas del microrrelato”, ya que se trata de proporcionar herramientas para escribir, y no teorizar sobre el género, con lo que las entradas tienen un carácter mucho más pragmático que teórico.

11/02/2012

EL OTRO MUNDO

Con motivo del día de Todos los santos, o día de los muertos, que se dice en mi pueblo, dejo un microrrelato de "Zoom" que también sirve de ejemplo al tema de "La Inversión". Nadie vivo quiere morir, así que nadie muerto querría resucitar. En "Los Otros", de Amenábar, veíamos el mundo de los muertos también a la inversa. Aquí pasa algo parecido.

EL OTRO MUNDO

Mi amigo Fran no era un muerto normal. Me contó que se había suicidado, aunque tenía demasiado buen aspecto, con esas mejillas sonrosadas y todos los dientes en su sitio. Fran estaba convencido de que algún día resucitaría, pero yo le animaba diciéndole que estaba hecho un asco. Lo conocí cuando nos mudamos al nuevo cementerio, un camposanto recién construido. Habíamos comprado un nicho adosado sobre plano, en el centro de la necrópolis, junto a una estatua con forma de angelito. Mis padres se quedaron con la tumba de matrimonio (de nogal barnizado) y yo con el sepulcro blanco, como correspondía a un niño de mi edad. Mi madre me advirtió que no me paseara por las afueras, porque los muertos de las fosas comunes no eran de fiar y me podían pegar alguna cosa, pero no le hice caso. Cuando conocí a Fran era un muerto travieso que jugaba a asustar al enterrador. Nos hicimos buenos amigos. Nuestra principal diversión era espantar a las mujeres que limpiaban las lápidas. Una noche Fran me dijo con voz llorosa que había llegado su hora, que el fin estaba muy cerca. Al día siguiente Fran apareció vivo. Lloré tanto por su resurrección que nadie se acercó por el cementerio durante un mes. Creo que mi madre tenía razón con los muertos de las fosas comunes. Hoy me ha salido piel en las manos.