Excálibur sigue oxidada en la roca esperando a que alguien se decida a sacarla, pero la gente pasa de largo...
4/16/2009
RETOQUES
Helena pensó que ya era hora de hacerse algún retoque. Llevó un dibujo de su actriz favorita y le cambiaron la nariz aguileña por otra respingona. Le cogió el gusto a esa belleza a la carta, así que concertó otra cita, a la que acudió con un retrato de una famosa cantante. Le pusieron sus labios. La adicción a los cambios se acrecentó. Se hizo las orejas más pequeñas, igual que la mujer de un influyente senador, se cambió los pómulos a lo Cleopatra, se injertó el pelo moreno de Nefertiti y le copió las tetas a la musa de moda. Helena siempre fue una seguidora acérrima del canon de belleza griego, así que pidió que la convirtieran en una diosa. El maestro le amputó un brazo a la altura del hombro y le cortó el otro por la mitad del cúbito y el radio. Helena se miró los muñones y sonrió encantada: “Señor Fidias, es usted un genio”.
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10 comentarios:
Asî acabô Michael Jackson, pero en versiôn masculina.
Ay Helena, menuda Troya, se mandô.
Bs
Es lo que pasa cuando uno se obsesiona con la imagen: acabo convirtiéndose a un adefesio (me vienen varios ejemplos a la cabeza, pero mejor me los guardo para mí).
Qué buen microrrelato. Me ha encantado.
No sé qué decir, es estupendo y terrible!
Ese es el problema que veo... que joe!!!!!! empiezan y no acaban
Besicos
Y menos mal que no pidió el espléndido cuerpo de la diosa Hera, aún estaría buscando su cabeza, aunque me da la impresión de que ya andaba escasa de tal apéndice.
Saludos
La mujer, en búsqueda de la
belleza es capaz, hasta de
amputarse...
BB
¿Ves? las que no tienen un duro se quitan de muchos vicios.
Ta bueno. Sí.
;)
Muy bueno (y actual). Es la primera vez que comento en tu blog, pero hace tiempo que lo sigo. un saludo,
No sabía que fuese tan antigua la fiebre de la cirugía estética.
Es triste querer ser lo que no se es, porque nunca llegará a lograrse.
Me parece un relato genial, y con un fondo tristemente real en estos tiempos.
Besos.
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