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Leo de la mano de Manuel Vicent en El País del domingo que Cortázar era una especie de desarraigado que encontró sus raíces en la Literatura. De madre francesa, padre argentino y nacionalidad jazzística bañada en cine negro, tomaba cafés en el barrio latino de París. Cuando naces en un sitio, te crías en otro, vives en varios, te mudas constantemente, estudias varios idiomas obligatorios, vienes, te vas, marchas, vienes, te queda la libertad de al menos, elegir dónde mueres, y debería ser un sitio con buen clima, como los ingleses que eligen Canarias. ¿Dónde se encuentra el país del que son los desarraigados? ¿Cómo es el mapa? Podría ser el Mapamundi, pero es un papel lleno de colorines que delimitan las montañas. Quizá podría ser el mapa de un anarquista. Quién sabe... El desarraigo es como el mulato que para los blancos es negro y para los negros es blanco. Tierra de nadie. Pero él tampoco quiere pertenecer a un bando. ¿Qué necesidad hay? Muchas la propia supervivencia. El desarraigo también es peligroso, se puede caer en las posturas radicales para lograr insetarte en esos mapas de colorines y dejar de ser un desarraigado, pero sería el estado natural de las cosas. Todos seríamos de todos los sitios.
- ¿De dónde eres?
- ¡Y yo qué sé!