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Desde que secuestraron El Jueves se está montando gorda en torno a la figura del rey. Me imagino al fiscal tirándose de los pelos, pero esas son las consecuencias de intentar acallar las plumas, los lapiceros, los bolígragos, los pinceles, las teclas de la máquina de escribir o del ordenador. Tras el secuestro de la revista vinieron las críticas de Anasagasti en su blog y sus posteriores declaraciones en varios programas. Luego vino la quema de fotos en Cataluña y la petición de abdicación de Jiménez Losantos. Ahora llegan los debates sobre la Monarquía en todas las televisiones, un ejercicio de democracia excelente, porque al fin se ven debates públicos sobre Monarquía-República. Basta ya de pacto tácito de los medios para hacer la pelota al rey, que llevamos 30 años de democracia (Frando estuvo 40) y aún hay autocensura en los medios. Recuerdo multitud de órdenes al respecto en los 10 años que llevo ejerciendo como periodista, entre ellas la ridícula premisa de no mencionar la palabra república durante la entrevista a un líder republicano por si nos llamaban de "arriba". La culpa de esto ni siquiera la tiene la Corona como institución, sino los propios medios y el miedo heredado, el eco de los sables de hace 70 años. El miedo a los fantasmas no nos deja soltar lastre. Al menos, de algo ha servido el secuestro de mi querida revista El Jueves. Enhorabuena chicos. Hoy hay más libertad de expresión. Y todo, gracias al efecto rebote de una mordaza.