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En su día una editorial me pidió que escribiera un libro sobre una famosa serie y les propuse un manual para sobrevivir en una comunidad de vecinos. Lo hice desde el total desconocimiento y casi a ciegas, ya que no había ido a un junta en mi vida. Ayer fui a una. El horror, el horror...
Junta de vecinos a las 7. Llego a las 7 y cuarto y la gente no empieza a llegar hasta las 7 y media. Un coñazo. El orden del día está plagado de trivialidades, pero al rato me doy cuenta que aquello va a ser más complicado que coronar el Everest. Sólo para ver quién cambia las bombillas, esta gente se tira media hora. El presidente dice que él no tiene por qué hacerlo, la abuela dice que ella no está para esos trotes, y como no hay conserje se decide que venga un electricista cada vez que haya que ¡cambiar una bombilla! Siguiente punto. Me entero que hay un trastero comunitario en el patio y que una vecina lo ha limpiado altruistamente, así que nos pide 100 euros, como esos tipos que te limpian el cristal en los semáforos sin que tú se lo pidas. Más perplejidad. Siguiente punto. Una vecina ha puesto aire acondicionado y otra ha llamado a la poli porque no puede dormir con el ruido que hace el aparato. Confrontación que llega al insulto. En el siguiente punto casi se llega a las manos. La razón: el arreglo una bajante (aunque lo intuía, no sabía qué coño era una bajante hasta ayer, lo mismo que un galápago o la tela asfáltica. me maravillan estas palabras). Siguiente punto: histeria colectiva debido al aumento considerable de la derrama debido a unas obras en el edificio y al cheque del arquitecto. Mecagoenlalecheputa. Siguiente punto: Petición para que la gente no tire porquería al patio por las ventanas (¿esto qué es?). Siguiente punto: a una señora se le inunda el balcón cada vez que llueve. Un vecino propone echar agua con una regadera para ver hacia dónde va el flujo de H2O y hacer un peritaje casero que no alcanzo a comprender del todo. Último punto: ruegos y preguntas. Me marcho espantado después de tres horas de histerias, lloros, amenazas varias de muerte e intentos de inmolación colectiva.
El horror, el horror.