Tras años caminando entre la maleza, la expedición, al fin, descubre una gasolinera. Está en ruinas, pero el esfuerzo ha merecido la pena. El arqueólogo más joven se acerca al esqueleto metálico de un estante. Palpa el óxido con las manos y desliza el pincel suavemente, de lado a lado. Los pelos de marta desplazan las partículas de polvo que se han acumulado a lo largo de los siglos y dejan al descubierto un fósil rectangular de unos diez por cinco centímetros. Los dos agujeros del centro parecen mirarle a los ojos.
—Lo llamaban cassette —dice el jefe de la expedición con un tono grave.
La única canción que la Humanidad logró salvar tras la debacle fue “Nada cambiará mi amor por ti”, de Glenn Medeiros, una balada de finales del siglo XX. Desde que aquel pastor encontró una copia en su cueva, el tema (cuyos derechos ostenta el Gobierno) se emite en cada una de las emisoras de radio y las televisiones de la Tierra. Todos los cedés, los vídeos, los musicales, los anuncios, las óperas, incluso las bandas sonoras de las películas de terror versionan “Nada cambiará mi amor por ti” al dance, al tecno, el rock, al acid, al punk o al hard rock. Los vendedores la cantan en los mercadillos, las madres la tararean para dormir a sus bebés, los programas de deporte la usan como sintonía, incluso los curas la entonan en los bautizos, las misas y los funerales. No hay otra opción. Glenn Medeiros o nada. Tan solo el silencio.
—Este artilugio está fechado en los años noventa del siglo XX —sentencia el arqueólogo con más experiencia mientras estudia el fósil. Los arqueólogos llevan años buscando un vestigio de música. El equipo sabe que si los técnicos consiguen recomponer su hallazgo, el planeta podrá renovar su repertorio. El jefe de la expedición se pone unos guantes de látex, sopla en las bobinas y coloca el cassette en uno de los viejos reproductores de doble pletina que el grupo lleva siempre consigo. Después de un sonido roto, como de arena cayendo sobre un plástico, se escuchan unos pocos acordes y seis palabras que reproduce toda la expedición al unísono. Con lágrimas en los ojos.
— Sueño contigo, ¿qué me has dado?
Buf, Manu, menudo futuro les legamos. La cancioncilla de marras tiene tela marinera. La pieza me encanta, el cassete se erige en el objeto angular que nos permite viajar al futuro y en ese salto, creas todo un mundo de posibilidades, infinidad de preguntas que dejas abiertas. El tono y el ritmo, espléndidos. Quizá sólo faltó poder escuchar la cancioncilla mientras uno lee. Bueno, mejor no me hagas mucho caso.
ResponderEliminarAbrazos.
Manu, mala suerte para esa humanidad del futuro que no tienen música, y que cuando encuentran vestigios de ella es en una gasolinera. Un sitio poco recomendable a día de hoy para adquirirla.
ResponderEliminarEs original y humorístico este relato. Y yo te digo que entre Madeiros y Camela, me quedo con estos últimos.
Un abrazo.
¡Genial, Manu, como siempre!
ResponderEliminarMe pregunto que futuro cultural podría llegar a inspirar el hallazgo.
Un saludo.
Pues llevo todo el tiempo sonriéndome mientras releo.¿Qué me has dado?
ResponderEliminarSi llegan a encontrar The final countdown de Europe les da un síncope....Me gusta la definición de fósil para ese cassette
ResponderEliminarJoder, qué mala suerte que sólo hayan sobrevivido de nuestra época esas dos canciones. Claro que peor hubiera sido, pese a todo, que como vestigio de nuestro tiempo sólo quedara King África.
ResponderEliminarMe gusta tu relato de ciencia ficción. Me hace pensar en la mutación que debió existir para perder la capacidad de crear música. Y va más allá el mensaje, pues tampoco son capaces de grabar el sonido de los pájaros. No sé.
ResponderEliminarMuy bueno Manu, me ha encantado esa utilización de la arqueología para descubrir algo que ya empieza a ser una pieza de museo "un radiocassette" Al principio pensé que tal vez en un futuro hubiéramos perdido las cuerdas vocales y por eso no podían cantar, nunca se sabe en qué puede uno terminar mutando.
ResponderEliminarComo siempre, la narración espléndida y los puntos de imaginación dignos de tu Espada Oxidada.
Terrible, me acabo de imaginar a Charlton Heston de rodillas delantede la cabeza de la estatua de la libertad gritando más fuerte que nunca :-)
ResponderEliminarSalu2
Que tristeza más grande, que se nos recuerdo con Glenn Medereiros...:(
ResponderEliminarBesicos
Me pregunto si los descendientes de Glenn cobrarán derechos de autor, o si los monopolizará el Teddy Bautista de turno.
ResponderEliminarLo más terrible de todo, la muerte de la creatividad, que emana desde el centro de la historia, como desesperada radiación de fondo.
Tu futuro es peor que el que yo pude imaginar jamás. a pesar de las noticias de A3.
ResponderEliminarPlas, plas, plas, Jo manuespada, que futuro más musicutre nos has dejado...Jejeje.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Besos desde el aire
¡Jo, Manu! que futuro has pintado, ni siquiera la opción de cantar nos dejas para crear nuevas melodías. Y mira que encontrarse un tema de Camela. Negro, negro lo has pintado.
ResponderEliminarEso sí, yo me he divertido mucho.
Besitos
Joder, tengo que leerlo otra vez... cuando he llegado a “Nada cambiará mi amor por ti”, de Glenn Medeiros, me he empezado a descojonar yo solo... Me has recordado una vez, cuando salió esa canción, sería por los noventaypoco, en un garito de esos abierto hasta el amanecer, donde íbamos gaupaseros de todas las tribus... había una máquina de discos a moneda y alguien puso esa canción, yo que se, 30 o 40 veces seguidas..jajajaja Que risas!
ResponderEliminarLos camareros acabaron por desenchufarla del estrés.
Vale, ahora leo con atención el resto, no he podido evitar contarlo...
Juegas con el lector Manu, nos mueves hacia donde quieres. Contigo vamos en una especie de montaña rusa: subimos a lo casi apocalíptico, acampamos un rato en lo fantástico, hacemos un salto con giro en lo simbólico y ponemos la guinda con un toque cáustico. Me seduce y me divierte ¿alguien da más?
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