Grigori Aleksandrov, grumete de a bordo, hace sonar la bocina del acorazado Potemkin cuando está a punto de llegar al otro lado del plato. El buque casi choca contra un fideo, pero una cucharada baja el nivel de la sopa y el navío sortea el obstáculo. En la orilla asoman el cimborrio de una catedral gótica, las escaleras de Odesa y el ático de un rascacielos soviético. En el piso cincuenta y cuatro, Sergéi Mijáilovich Eisenstein, pensativo, saca el barco de papel del plato y continúa escribiendo el guión de la película.
Magnífico, me encanta, todo un derroche de imaginación comprimida en un plato de sopa y cuatro líneas soberbias.
ResponderEliminarEnhorabuena :-)
Jo Manu, te ha quedado bordadito, me encanta. Además me ha sorprendido que al final no fuera un niño, y de golpe queda claro el porqué del título (estupendo, por cierto). Ole y ole ;-) Y besos muchos
ResponderEliminarAhora cuando coma sopa no dejaré de pensar en tu buque sorteando fideos y tendre sumo cuidado de no dañarlo con mi cuchara.
ResponderEliminarGracias Manuespada, siempre tus relatos me alegran las mañanas.
( Se que es cursi, pero es así)
Abrazos desde el aire
Espléndido. Apenas con nada construyes un texto que se escapa por todas partes, como si uno intentará comerse esa sopa con un tenedor. Un micro de autor.
ResponderEliminarAbrazos.
Soberbio, Manu, esta sopa de letras es una genialidad. Abrazos.
ResponderEliminarm'as matao
ResponderEliminaruna vuelta de tuerca y otra y otra...casi a puntito de naufragar o de ser comido o...puf, mucha acción en pocas palabras.
creo que voy a leerlo otra vez por si se me ha escapado algo
me encantan este tipo de micros que podrían ser infinitos. un abrazo
ResponderEliminarSurrealista. Y con muchas curvas.
ResponderEliminarFabuloso título!
ResponderEliminarCoincido con Rocío, me ha sorprendido el giro final, también esperaba un niño.
Ah, fabuloso micro.
Abrazos
Si es que la inspiración no entiende de sopas...
ResponderEliminarBesicos
La mejor escena llegará con el filete. Los dientes del cuchillo le evocarán unas escaleras que...
ResponderEliminar¡Cuánto juego dan los clásicos! Abrazos.
Es magnifico, cuantas imagenes transmites en tan poco.
ResponderEliminarSaludos.
Genial. Plas plas plas. Con la boca abierta me quedo.
ResponderEliminarUn saludo indio
Sopa, catedrales hundidos y rascacielos soviéticos. ¿Acaso trata de otra cosa una revolución?
ResponderEliminarMe gustó.
Es perfecto este microrrelato, desde el título hasta la frase final. Tu creciente éxito no es casualidad, Manu. Recibe mi abrazo de felicitación.
ResponderEliminarQué bueno! Me ha encantado la imagen del acorazado en el plato de sopa.
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