
—Señor Pasternak, usted es realista, encajará bien lo que tengo que decirle —sentenció el médico. —Le quedan catorce segundos de vida —añadió con un tono de rabia contenida. Sorprendido, el paciente preguntó qué le ocurría, qué extraña dolencia padecía para que su existencia estuviera a punto de extinguirse de esa manera tan expeditiva y fulminante. A continuación, Boris Pasternak miró la foto que el matasanos tenía sobre la mesa de su consulta. Larisa Antípoda, a la que acababa de dejar desnuda en el motel con un beso de buenas tardes y un “luego te veo, cariño”, posaba en la instantánea abrazando al doctor con el gesto apasionado y entusiasta de una amante. El sonido de un cajón hizo que Pasternak alzara la vista y fijara la mirada en los ojos coléricos del doctor Zhivago. Entonces, al ver el cañón del revólver apuntándole al pecho, el escritor supo que su tiempo se había acabado.
—Señor Ashe, usted es fantástico, encajará bien lo que tengo que decirle —sentenció el escritor. —Le quedan catorce líneas de vida —añadió con un tono de rabia contenida. Sorprendido, el personaje preguntó qué le ocurría, qué extraña dolencia padecía para que su existencia estuviera a punto de extinguirse de esa manera tan expeditiva y fulminante. A continuación, Herbert Ashe miró el retrato que el cuentista tenía sobre la mesa de su escritorio. Matilde Urbach, a la que acababa de dejar desnuda en el motel con un beso de buenas tardes y un “luego te veo, cariño”, posaba en la instantánea abrazando al escritor con el gesto apasionado y entusiasta de una amante. El sonido de un cajón hizo que Herbert alzara la vista y fijara la mirada en los ojos coléricos de Jorge Luis Borges. Entonces, al ver la punta del bolígrafo apuntando al folio, el personaje supo que su tiempo se había acabado.
Excepcional, poliédrico, ingenioso, no sé qué más podría decir. Hablar de los temas literarios que encierra o de tu habilidad para encadenarlos no sería mucho más efectivo que un ¡¡¡me gusta mucho!!!
ResponderEliminarAbrazos admirados.
Otro texto de vanguardia, del que sale más que airoso por la puerta grande. Y además marca de la casa. Dándole una y mil veces la vuelta a la realidad, una y otra vez, como si fuera de plastilina. Me ha recordado a la pieza fabulosa con la que ganaste Eñe, y al final me ha recorrido la misma sensación de vértigo furibundo. Genial, genial.
ResponderEliminarAbrazos.
Sí señor, Manu, me encanta.
ResponderEliminarPoco más puedo decir.
Abrazos!
Este texto es increible, doblando una y otra vez la historia sobre si misma...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Una amenaza constante, uno ya no se puede fiar de nadie. Me ha venido la imagen a los antagonistas de las películas de James Bond en que antes de matarlo, le explican el porqué sin aprovechar la ocasión para luego perderla.
ResponderEliminarMuy original el laberinto de muertes.
Un saludo.
¿Y qué digo yo ahora para que quede a la altura?
ResponderEliminarEres el mejor, sin más
Besicos
Interesante relato de bucles extraño, infidelidades entre escritor y personaje. Creo que es lo que dicen de los escritores, que los personajes se les escapan. Y digo yo, el autor puede optar porque corra la sangre o felices los cuatro, ahí la magia de la ficción.
ResponderEliminarGenial, esos giros, paralelismos, interrelaciones...y el dominio final. Me ha encantado.
ResponderEliminarSaludillos
Bravo, bravo, bravo, un texto con las dos caras de la moneda, excepcional, Manu, así eres tú y tu escritura.
ResponderEliminarCon estas lecturas es donde "aprendo, disfruto y me divierto", si hace veinte años me hubieran preguntado, hubiera negado que en algún momento de mi vida diría semejante frase.
Nada que agregar, salvo mis aplausos.
ResponderEliminarEs perfecto, tiene magia, poco más puedo añadir a lo que te han dicho con mejores palabras que yo.
ResponderEliminarBesitos
Plas plas plas y plas. No descubro nada si digo que aquí hay literatura y de la buena.
ResponderEliminarUn saludo indio
Me uno a los comentarios ya hechos, me ha gustado mucho, y particularmente el título, profundo, muy adecuado.
ResponderEliminarDebería enseñarnos que hay asuntos que no se deben dejar en un hotel, desnudos, y menos para visitar al médico o a tu jefe, que nada bueno te pueden acarrear.
Saludos
Precisión de relojero. Un micro y dos historias que suponen una lección para quién quiera aprender el arte del género.
ResponderEliminarMe descubro, Don Manuel.
Un abrazo.
Te pasas, Manu. Tu experimentación me da envidia de la mala. Creas tendencias cada vez que escribes un micro nuevo. Te pasas.
ResponderEliminarMe viene a la cabeza Niebla de Unamuno. Me encantan estas piruetas del escritor omnipotente.
ResponderEliminarUn beso,