A la plañidera le entró un ataque de risa monumental cuando vio la cara de tonto que tenía Don Leandro, con aquellas orejas tan grandes que casi se salían del ataúd. La familia había pagado a la llorona por sus servicios porque, aunque en vida les había hecho llorar a mares, ahora ninguno de ellos era capaz de sentir pena. La viuda hizo un gesto de desaprobación a la profesional de la lágrima: “Un poco de respeto, señ...”, dijo sin terminar la frase mientras se ponía roja y se le escapaban dos lágrimas como pelotas de agua. La viuda selló sus labios con fuerza, hinchó sus mofletes como un globo, y cuando parecía que iba a hacer pucheros, dejó escapar el aire de su boca de golpe, con una sonora carcajada que retumbó en la sala del velatorio. En ese momento, los hijos del fenecido abrieron los ojos tanto como pudieron, se abrazaron a su madre y comenzaron a patalear el suelo y a golpear las paredes en una orgía de hilaridad que se contagió a todos los asistentes al velatorio.
Excálibur sigue oxidada en la roca esperando a que alguien se decida a sacarla, pero la gente pasa de largo...
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9/26/2010
LA PLAÑIDERA
A la plañidera le entró un ataque de risa monumental cuando vio la cara de tonto que tenía Don Leandro, con aquellas orejas tan grandes que casi se salían del ataúd. La familia había pagado a la llorona por sus servicios porque, aunque en vida les había hecho llorar a mares, ahora ninguno de ellos era capaz de sentir pena. La viuda hizo un gesto de desaprobación a la profesional de la lágrima: “Un poco de respeto, señ...”, dijo sin terminar la frase mientras se ponía roja y se le escapaban dos lágrimas como pelotas de agua. La viuda selló sus labios con fuerza, hinchó sus mofletes como un globo, y cuando parecía que iba a hacer pucheros, dejó escapar el aire de su boca de golpe, con una sonora carcajada que retumbó en la sala del velatorio. En ese momento, los hijos del fenecido abrieron los ojos tanto como pudieron, se abrazaron a su madre y comenzaron a patalear el suelo y a golpear las paredes en una orgía de hilaridad que se contagió a todos los asistentes al velatorio.
ajjajaaj, si, se contagia.
ResponderEliminarMuy bueno
Besos
Ahí queda. Te acabas de inventar una nueve profesión: las carcajaderas.
ResponderEliminarMuy divertido, además me acabas de dar una idea.
Un abrazo, Manu.
PD. Lamento el problema que has tenido de suplantación. No me ha ocurrido, toco madera, pero debe de ser muy desagradable.
Llevo toda la mañana de domingo con la muerte arriba y abajo.Elias Canetti y su Libro de los muertos. Manu no sabes el punto de inflexión que tu micro supone en esa "Via muerta" que me he metido. La escena es medio felliniana y humor negro codornizesco. Gracias.Un saludo
ResponderEliminarAl final la plañidera consiguió que lloraran todos. Buen cuadro, Manuel, me gustó.
ResponderEliminarUn saludo.
Me parece genial. Seguro que el señor difunto agradece mucho más las risas que los llantos. Al fin y al cabo, él se va a mejor vida, así que mejor irse contento.
ResponderEliminarSaludos
Hola Manu:
ResponderEliminarEs buenisimo. En un par de horas cuento en un local de Zaragoza y con tu permiso voy a contar este carcajeante relato.
Besos
Como el contagio, buenísimo
ResponderEliminarCoincido con Jesus. A ver quién escribe primero "Las carcajaderas".
ResponderEliminarMuy bueno y... tanta verdad!!
Un saludo
Norberto/Hansel
Sólo faltaba que el pobre Don Leandro despertara y se echase también unas risas. La primera frase genial.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno Manu, yo prefiero a las carcajaderas, hacen que el óbito resulte más llevadero. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarFantástica vuelta a la tortilla, si me permites una imagen poco elevada. Es decir, el micro parece que avanza hacia el drama, por la situación y el tono, y de repente consigues que el ataque de risa no sólo se contagie a la viuda y sus hijos, sino que directamente traspase la pantalla del ordenador y alcance a quienes lo leemos. El luto revertido en carcajada de forma sutil, elegante y divertida.
ResponderEliminarAdemás, esa escena final, con los hijos pataleando de risa es fabulosa.
Enhorabuena y un saludo.
Suele pasar y más, si han hecho llorar en vida.
ResponderEliminarManu, los velatorios de todas maneras son muy dados a los chistes y que haya mucho cachondeo, ¿a que suele pasar?
¿Va todo mejor?
Besicos muchos guapo
Inma, claro, cuenta lo que quieras de este micro, sin problemas. Besos.
ResponderEliminarEste relato en el fondo está basado en un hecho real. Lamentablemente el padre de un amigo de un amigo se pegó un tiro, y en el velatorio, lloraba tanto una persona, que a uno de los asistentes le entró la risa y se tuvo que poner contra la pared. Se le acercó una persona y le dijo que no se preocupara, que todos iban al cielo, o algo por el estilo, pero entonces el ataque de risa fue tan brutal que varias personas tuvieron que ir a consolarle por lo mal que lo estaba pasando, y en el fondo no era más que eso, un ataque e risa de puñetazos contra la pared. Es escabroso, pero real como la vida misma. Y para colmo (verídico) se coló un borracho pidiendo una copa en el velatorio porque pensaba que era un garito.
ResponderEliminarMenuda y bien escrita juerga de velorrio..
ResponderEliminarSalud.
PD. Sigo para abajo que tienes varias entradas más.
Me acuerdo cuando se murió mi tío, pobrecito... no sé qué pasó pero nos entró la risa a todos mientras lo enterrábamos, incluido los hijos... estoy segura que fue él el que nos hizo cosquillas,porque no le gustaban para nada las cosas solemnes...
ResponderEliminarBesicos
La risa y el llanto, como todos los extremos, se tocan. Me gustaron muchos de los detalles que planteas en el micro, Manu, algunos de gran ironía.
ResponderEliminarAh, y felicitaciones por ser finalista en el MiNatura 2010. Suma y sigue.
Un abrazo.
Enhorabuenahasquedadofinalistaenelconcursodemicrosnatura.
ResponderEliminarAbrazos
Hansel
.. de parranda, estaban de parranda.
ResponderEliminarRisoterapia para superar la pérdida.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
ajjajaaj, Raúl...que no estaba muertoooooooooooo
ResponderEliminarjajaja, buen relato Manuel, a mi también a veces me han dado ganas de reir en situaciones así, ¿Quién dijo que debemos de llorar? ¿Porqué no celebrar la muerte de algun ser?
ResponderEliminarLa vida es ironía.
Un abrazo Manuel
Saludos
http://elvagabundodelaweb.blogspot.com/
Es bien sabido que quien a plañideras acude, carcajeando termina, o lo que es lo mismo, el que necesita lloronas es que no puede, no sabe o no quiere llorar.
ResponderEliminarMuy bueno. Es un poco como el cuento del rey desnudo, todo el mundo disimula la risa hasta que alguien, de pronto, no se puede contener, y entonces estalla
ResponderEliminarY como siempre, haces que nosotros sintamos lo que escribes. Si, contagioso.
ResponderEliminarUn beso Manu
Nunca hubo una plañidera que disfrutara tanto de su trabajo.
ResponderEliminarAl bueno de Don Leandro se le despidió con un concierto de carcajadas.
Yo misma, no he parado de reirme.
Genial, Manu
Besos
BB