Menú

9/26/2010

LA PLAÑIDERA


A la plañidera le entró un ataque de risa monumental cuando vio la cara de tonto que tenía Don Leandro, con aquellas orejas tan grandes que casi se salían del ataúd. La familia había pagado a la llorona por sus servicios porque, aunque en vida les había hecho llorar a mares, ahora ninguno de ellos era capaz de sentir pena. La viuda hizo un gesto de desaprobación a la profesional de la lágrima: “Un poco de respeto, señ...”, dijo sin terminar la frase mientras se ponía roja y se le escapaban dos lágrimas como pelotas de agua. La viuda selló sus labios con fuerza, hinchó sus mofletes como un globo, y cuando parecía que iba a hacer pucheros, dejó escapar el aire de su boca de golpe, con una sonora carcajada que retumbó en la sala del velatorio. En ese momento, los hijos del fenecido abrieron los ojos tanto como pudieron, se abrazaron a su madre y comenzaron a patalear el suelo y a golpear las paredes en una orgía de hilaridad que se contagió a todos los asistentes al velatorio.

26 comentarios:

  1. Anónimo4:22 p. m.

    ajjajaaj, si, se contagia.
    Muy bueno
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Ahí queda. Te acabas de inventar una nueve profesión: las carcajaderas.
    Muy divertido, además me acabas de dar una idea.

    Un abrazo, Manu.

    PD. Lamento el problema que has tenido de suplantación. No me ha ocurrido, toco madera, pero debe de ser muy desagradable.

    ResponderEliminar
  3. Llevo toda la mañana de domingo con la muerte arriba y abajo.Elias Canetti y su Libro de los muertos. Manu no sabes el punto de inflexión que tu micro supone en esa "Via muerta" que me he metido. La escena es medio felliniana y humor negro codornizesco. Gracias.Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Anónimo5:43 p. m.

    Al final la plañidera consiguió que lloraran todos. Buen cuadro, Manuel, me gustó.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Me parece genial. Seguro que el señor difunto agradece mucho más las risas que los llantos. Al fin y al cabo, él se va a mejor vida, así que mejor irse contento.
    Saludos

    ResponderEliminar
  6. Hola Manu:

    Es buenisimo. En un par de horas cuento en un local de Zaragoza y con tu permiso voy a contar este carcajeante relato.

    Besos

    ResponderEliminar
  7. Como el contagio, buenísimo

    ResponderEliminar
  8. Coincido con Jesus. A ver quién escribe primero "Las carcajaderas".
    Muy bueno y... tanta verdad!!
    Un saludo
    Norberto/Hansel

    ResponderEliminar
  9. Sólo faltaba que el pobre Don Leandro despertara y se echase también unas risas. La primera frase genial.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Muy bueno Manu, yo prefiero a las carcajaderas, hacen que el óbito resulte más llevadero. Me ha gustado mucho. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Fantástica vuelta a la tortilla, si me permites una imagen poco elevada. Es decir, el micro parece que avanza hacia el drama, por la situación y el tono, y de repente consigues que el ataque de risa no sólo se contagie a la viuda y sus hijos, sino que directamente traspase la pantalla del ordenador y alcance a quienes lo leemos. El luto revertido en carcajada de forma sutil, elegante y divertida.
    Además, esa escena final, con los hijos pataleando de risa es fabulosa.

    Enhorabuena y un saludo.

    ResponderEliminar
  12. Suele pasar y más, si han hecho llorar en vida.

    Manu, los velatorios de todas maneras son muy dados a los chistes y que haya mucho cachondeo, ¿a que suele pasar?

    ¿Va todo mejor?

    Besicos muchos guapo

    ResponderEliminar
  13. Inma, claro, cuenta lo que quieras de este micro, sin problemas. Besos.

    ResponderEliminar
  14. Este relato en el fondo está basado en un hecho real. Lamentablemente el padre de un amigo de un amigo se pegó un tiro, y en el velatorio, lloraba tanto una persona, que a uno de los asistentes le entró la risa y se tuvo que poner contra la pared. Se le acercó una persona y le dijo que no se preocupara, que todos iban al cielo, o algo por el estilo, pero entonces el ataque de risa fue tan brutal que varias personas tuvieron que ir a consolarle por lo mal que lo estaba pasando, y en el fondo no era más que eso, un ataque e risa de puñetazos contra la pared. Es escabroso, pero real como la vida misma. Y para colmo (verídico) se coló un borracho pidiendo una copa en el velatorio porque pensaba que era un garito.

    ResponderEliminar
  15. Menuda y bien escrita juerga de velorrio..

    Salud.

    PD. Sigo para abajo que tienes varias entradas más.

    ResponderEliminar
  16. Me acuerdo cuando se murió mi tío, pobrecito... no sé qué pasó pero nos entró la risa a todos mientras lo enterrábamos, incluido los hijos... estoy segura que fue él el que nos hizo cosquillas,porque no le gustaban para nada las cosas solemnes...

    Besicos

    ResponderEliminar
  17. La risa y el llanto, como todos los extremos, se tocan. Me gustaron muchos de los detalles que planteas en el micro, Manu, algunos de gran ironía.

    Ah, y felicitaciones por ser finalista en el MiNatura 2010. Suma y sigue.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Enhorabuenahasquedadofinalistaenelconcursodemicrosnatura.
    Abrazos
    Hansel

    ResponderEliminar
  19. .. de parranda, estaban de parranda.

    ResponderEliminar
  20. Risoterapia para superar la pérdida.
    Muy bueno.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  21. Anónimo2:15 p. m.

    ajjajaaj, Raúl...que no estaba muertoooooooooooo

    ResponderEliminar
  22. jajaja, buen relato Manuel, a mi también a veces me han dado ganas de reir en situaciones así, ¿Quién dijo que debemos de llorar? ¿Porqué no celebrar la muerte de algun ser?
    La vida es ironía.
    Un abrazo Manuel
    Saludos
    http://elvagabundodelaweb.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  23. Es bien sabido que quien a plañideras acude, carcajeando termina, o lo que es lo mismo, el que necesita lloronas es que no puede, no sabe o no quiere llorar.

    ResponderEliminar
  24. Muy bueno. Es un poco como el cuento del rey desnudo, todo el mundo disimula la risa hasta que alguien, de pronto, no se puede contener, y entonces estalla

    ResponderEliminar
  25. Y como siempre, haces que nosotros sintamos lo que escribes. Si, contagioso.

    Un beso Manu

    ResponderEliminar
  26. Nunca hubo una plañidera que disfrutara tanto de su trabajo.
    Al bueno de Don Leandro se le despidió con un concierto de carcajadas.
    Yo misma, no he parado de reirme.
    Genial, Manu
    Besos
    BB

    ResponderEliminar