Cogí mi árbol genealógico, el que había dejado mi madre sobre la repisa del salón, y lo trasplanté en el jardín, junto al manzano. Le eché abono natural de oveja y vaca. Al día siguiente le había brotado una nueva tía abuela, dos hijos, cuatro hermanos y doce sobrinos. Estaba tan frondoso que tuve que podar a los primos lejanos. El de mi vecina era más pequeño. Lo tenía medio escondido junto a los geranios. Apenas tenía parientes. Me produjo cierta lástima que estuviera tan sola y decidí injertarle la rama en la que estaba mi nombre. Salté la valla de su huerto y conseguí llegar hasta los geranios sin que nadie me viera. Mi vecina no se dio cuenta del injerto, y lo regaba a diario con la manguera, junto al resto de sus flores. Al principio le salieron malas hierbas, pero volví a saltar la valla y eché un pesticida. En cuatro semanas, mi vecina y yo ya aparecíamos en el árbol como marido y mujer. Decidí romper con mi familia. Saqué un hacha y talé mi árbol genealógico. Esa misma noche dormimos acurrucados junto a la chimenea, al calor de la leña. Mientras, nuevos brotes crecían en el huerto, junto a las malas hierbas de los geranios.
Excálibur sigue oxidada en la roca esperando a que alguien se decida a sacarla, pero la gente pasa de largo...
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1/20/2010
ÁRBOL GENEALÓGICO
Cogí mi árbol genealógico, el que había dejado mi madre sobre la repisa del salón, y lo trasplanté en el jardín, junto al manzano. Le eché abono natural de oveja y vaca. Al día siguiente le había brotado una nueva tía abuela, dos hijos, cuatro hermanos y doce sobrinos. Estaba tan frondoso que tuve que podar a los primos lejanos. El de mi vecina era más pequeño. Lo tenía medio escondido junto a los geranios. Apenas tenía parientes. Me produjo cierta lástima que estuviera tan sola y decidí injertarle la rama en la que estaba mi nombre. Salté la valla de su huerto y conseguí llegar hasta los geranios sin que nadie me viera. Mi vecina no se dio cuenta del injerto, y lo regaba a diario con la manguera, junto al resto de sus flores. Al principio le salieron malas hierbas, pero volví a saltar la valla y eché un pesticida. En cuatro semanas, mi vecina y yo ya aparecíamos en el árbol como marido y mujer. Decidí romper con mi familia. Saqué un hacha y talé mi árbol genealógico. Esa misma noche dormimos acurrucados junto a la chimenea, al calor de la leña. Mientras, nuevos brotes crecían en el huerto, junto a las malas hierbas de los geranios.
Este es de los que me gusta y punto pelota. Ahí le has dado Manu, mi punto débil: surrealismo, su gota de ironía y humor negro, creatividad y juego.
ResponderEliminarTienes que mover este micro(aparte de incluirlo en la recopilación).
Salut!
R.A.
Que drástico!!!
ResponderEliminarMe ha encantado este relato,chiquillo que imaginación la tuya.
Besicos muchos.
De no haber estado tan escondido entre los geranios el árbol de tu vecina, de haberle pegado algo más el sol, te hubieses quedado soltero, Manu.
ResponderEliminarMuy bueno, muy bueno, me ha encantado. Hay familias que necesitan una buena poda. Si fuera tan fácil...
ResponderEliminarUn abrazo.
Caray, Manu, que bueno.
ResponderEliminarSe te ocurren unas cosas...
Me encanta.
La fábula de un cuento que me gusta que me cuenten y contar.
ResponderEliminarEsupendo, Manu. Talar para luego reinventarse como injerto en el pequeño árbol del huerto vecino, que se volvió frondoso con dos nombres colgados de sus ramas, mientras nacen nuevos brotes junto a los geranios.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un beso
BB
De los que me gustan Manu. Muy bueno. Un saludo.
ResponderEliminarQué bueno!! Me encantó.
ResponderEliminarYa lo dice el dicho. Lo que ha unido el árbol genealógico que no lo separe el incendio forestal.
ResponderEliminarUn abrazo
En bastantes ocasiones, hace falta cortar de raíz para volver a empezar. Estupendo relato, Manu.
ResponderEliminarMe sumo a los que han quedado encantados.
ResponderEliminarUn saludo. R.Castillo.
Yo también me sumo a los que te felicitan por ese punto (o puntazo) surrealista
ResponderEliminarQUé bella historia de amor.Me parece muy bueno. Un saludo.
ResponderEliminarMuy bueno querido... claro... lo los que son malas hierbas siempre se unen, por una razón u otra ;)
ResponderEliminarBesicos
Brillante, Manu. Como de costumbre.
ResponderEliminarTodo está ya dicho: excelente relato.
ResponderEliminarHe estado descolgado. Recupero tus entradas, y tus relatos me arreglan este mísero miercoles encenizado
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