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7/06/2009

LA REPARTIDORA DE FOLLETOS


La mujer del extraño atuendo negro repartía folletos habitualmente entre los transeúntes, pero Don Luis siempre la esquivaba (le producía sonrojo tirar la propaganda en la primera papelera que encontrase en su camino, ante los ojos de la joven esquelética). Aquella mañana, la repartidora, que siempre vestía de azabache, tenía una siniestra sonrisa. Por una vez, y tan sólo con el fin de saciar su curiosidad ante el aciago gesto de aquella desgraciada, Don Luis decidió coger el papel con un gesto de desdén. Se trataba de su esquela. No podía creer que estuviera muerto, hacía una hora se estaba duchando, como cada mañana, para posteriormente proceder a un copioso desayuno antes de coger su Seat Córdoba camino de la oficina. La gente que pasaba a su lado leía el papel y se quedaban petrificados cuando reconocían al señor Luis en la foto. Cuando Don Luis se acercó de nuevo a la chica flacucha para pedir explicaciones, ella hizo un rápido movimiento de manos, sacó una guadaña que llevaba escondida entre el ropaje oscuro, y sin mediar palabra, rajó al señor Luis de arriba abajo. Luego, continuó repartiendo folletos.

16 comentarios:

  1. Necro-Humor de Lunes por la Mañana!
    Jajajajajá!

    Vale Manu, que falta poco para tus vacaciones!

    Besote Amigo!

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  2. Después de leer esto, no vuelvo a coger un folleto por la calle a nadie... jajajaja

    Besos y feliz semana!

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  3. Anónimo12:15 p. m.

    Curiosa forma de anunciarle su muerte, aunque en los tiempos que estamos tampoco sería extraño encontrarse el aviso escrito a modo de grafiti en la persiana del bar de la esquina y en vez de guadaña lo rajaran con una navaja "semi-automática".

    Saludos.

    John W.

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  4. Hay días en que somos tan lúgubres,
    tan lúgubres, decía Barba Jacob.
    Moraleja: Nunca tomes folletos
    en la calle y menos si quien
    los reparte, viste de negro.
    Un beso, Manu
    BB

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  5. Definitivamente está en cualquier lugar. Y quiere sorprendernos desprevenidos.

    Saludo.

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  6. Este texto me suena...de haberlo leído en papel!

    Besicos

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  7. A lo largo de la historia la muerte se ha disfrazado de muchas cosas, pero nunca me la hubiera imaginado como repartidora de folletos. Me tranquiliza ahora no coger nunca ninguno.

    Saludos

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  8. Por eso yo tiro el volante en el primer tacho de basura: si estoy muerta o si lo estaré, mejor no enterarme.

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  9. Bien empleado le está. Hay una máxima que dice: nunca rechaces la publicidad que te dan, aunque la vayas a tirar en la siguiente esquina. A ti no te cuesta nada y para el otro es su trabajo.

    Él se lo buscó.

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  10. No imagino nada más angustioso que leer tu propia esquela. Muy agudo

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  11. Eso le pasa al señor Luis por preguntar...A mi me reparten mi esquela y me entraría un miedito por el cuerpo interesante...

    Inquietante el relato...Abrazotes

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  12. Qué razón tienes, Miguel. Este relato precisamente se me ocurrió porque durante mi adolescencia me saqué un dinerillo repartiendo folletos, pero en plan buzoneo, no en mano, aunque la cara que ponía la gente era tan de perro que nos daban ganas de matarlos. Es una venganza literaria.

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  13. La muerte y hacienda, ineludibles, aunque, puestos a morirse, mejor no haber pagado el diezmo, ¿O sí?

    Un abrazo.

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  14. Muy original, Manu, la idea de modernizar una pesadilla muy recurrente.

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  15. últimamente se reparten finiquitos que no es una esquela pero casi.

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  16. muy bueno.
    a mí me ha recordado una anécdota. A diferencia del protagonista de la historia si que suelo coger los folletos que me dan por la calle, ya que me dan pena los repartidores. una vez estando embarazadísima, fui a coger un folleto de una chica un poco azorada al verme. insistí con una sonrisa y ella no se atrevía ni a mirarme y no se acababa de decidir a dármelo. al final me lo dió avergonzada. Leí el folleto: era de un grupo de feministas radicales que pedían a las mujeres que se abstuvieran a tener hijos para luchar contra la desigualdad de sexos!!!

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