3/13/2006

SEXO Y AMOR


-Óscar, ¿me quieres?

El sonido de las campanadas de la medianoche anunciaban que María estaba teniendo el orgasmo más intenso de su vida. Óscar la había penetrado a las 23:55 brutalmente, sin avisar, unificando sus gemiditos en un solo grito de dolor inmisericorde. Tres minutos antes logró arrancarle las bragas a dentelladas ante su mirada expectante, temerosa, como si se la fuese a meter sin previo aviso. Qué sensación tan extraña; había comenzado a humedecerse hacía un buen rato, justo cuando le acabó de quitar el precioso sujetador de encaje negro para después comenzar a bajarle los pantalones ajustados, que no acababan de salir por culpa de un culo demasiado respingón. Óscar comenzó desabrochando su blusa suavemente para ver si llevaba sostén mientras comenzaba a besarla en el cuello. María sonreía tímidamente en su silla y cruzaba las piernas pudorosa ante la remota posibilidad de hacer el amor durante aquella velada improvisada. Óscar acariciaba su pelo con cariño, muy suavemente, como si protegiera a un frágil pajarillo. Tras el postre, descorchó la botella de champagne. El primer paso era invitarla a cenar en su casa. Había apostado con sus amigos que María perdería la virginidad antes de acabar el día.

-Te quiero, María —dijo.

3 comentarios:

Manu Espada dijo...

¿Has visro las amistades peligrosas? Él cree que sólo desea poseerla...

Cexy dijo...

este texto me llego muchisimo... gracias!

Anónimo dijo...

Cómo puede decir quererla si sólo apostó a poseerla??....