5/31/2010

LA CAÍDA DE LA HOJA


Rubia de 1,80 de altura y 120 de pecho. Todo tipo de servicios: Griego, francés sin, lluvia dorada, besos con lengua. 100 euros la hora. Te recibo en lencería. Barrio Lucero. Llama al 8086786028.

El otoño parece no acabar nunca. A finales de septiembre comenzaron a caerse las hojas de los libros de texto, en octubre los folios de las novelas se desprendieron del lomo, a principios de noviembre las páginas de los poemas planearon sobre la ciudad, y ahora miles de papeles desmembrados forman una pátina de celulosa en el suelo. La tierra está cubierta por un fino y resbaladizo manto de folios sueltos de enciclopedias, de manuales de instrucciones, de folletos publicitarios, de cadáveres de incunables, de fragmentos de versos o de trozos de relatos. Las pastas de los libros forman un bosque tétrico, como pinos sin agujas, ramas perennes convertidas en esqueletos caducos. Las bibliotecas, las librerías, las estanterías son despojos de textos descosidos. Porciones de manuscritos medievales vuelan arremolinados por el viento junto a las noticias de los periódicos y los menúes de los restaurantes. Mientras escribo este diario, el ejército recolecta las hojas y las encuaderna sin criterio en volúmenes de quinientos folios hasta que en un futuro se proceda a su desglose. Poemas de Bécquer comparten espacio con los anuncios de contactos, compendios de física, partituras de Mozart, tebeos de Mortadelo, tratados de historia, revistas del corazón o retazos de biblias. Mientras escribo, las hojas siguen cayendo. Hoy han comenzado a soltarse los folios de este diario.

Lea atentamente las instrucciones del secador: Compruebe que el voltaje es de 230 V ~ 50 Hz. Si precisa de la utilización de un prolongador, utilice solamente uno que esté en buenas condiciones. Después de retirar el embalaje, verifique que el aparato no esté dañado.

Puré de grosellas y manzanas: 175 g de grosellas, 4 cucharadas de zumo de naranja, 350 g manzanas, 1 huevo separado, 1/4 cucharadita de canela, 1/4 cucharadita de ralladura de nuez moscada, azúcar, 1 clara de huevo

5/28/2010

I CONCURSO DE RELATO "LUNA NEGRA"


Y para acabar la semana, una buena noticia. El micro "Melomanía", publicado en "La Espada Oxidada", ha resultado finalista en el concurso de relatos "Luna Negra" de relato negro, convocado por la asociación Acubo y la editorial Lengua de Trapo. Lo cierto es que no es un relato negro al uso, es un relato fántástico, aunque referencias al hampa y a la ley seca. Bueno, para los que no lo hayáis leído lo tenéis en este enlace: http://manuespada.blogspot.com/2010/02/melomania.html

Colgaría también el relato ganador, pero aún no lo han puesto en ninguna web (creo).

EL FALLO:
Reunido el 25 de mayo de 2010 en la ciudad de Madrid, el jurado del I Concurso de Relato Negro ‘Luna Negra’ decidió otorgar el premio al relato escrito por Jorge Berenguer Barrera, titulado «La última cena», por su concreción a la hora de elaborar una trama consistente y su originalidad y potencia para la caracterización de personajes y la producción de imágenes literarias, elementos que contribuyen a la perfecta evocación del género negro.
Igualmente, el jurado ha decidido destacar a los siguientes finalistas (el orden en que son presentados es aleatorio y nada tiene que ver con la calidad de los relatos):
· Alejo Izquierdo, con ‘Llámame Marylin’.
· Mauricio Andrés Tapia, con ‘Hasta que la muerte nos separe’.
· Juan Arturo Ochoa, con ‘Casa de locos’.
· Manu Espada, con ‘Melomanía.

5/26/2010

EN CARNE VIVA


Tomás se puso una calcomanía con el nombre de Sonia, su compañera de pupitre, el día antes de acabar la escuela. Ella se colocó otra de Tomás y le juró amor eterno. Por la noche, sus madres se las quitaron frotando a fondo con estropajo, provocando una herida en sus pieles tiernas. Ya en el instituto, Tomás se raspó en un hombro el mote de la profesora de literatura hasta que se hizo sangre. Le suspendió para septiembre. El raspón hizo costra y se arrancó la postilla. Al cumplir la mayoría de edad se tatuó la foto de su novia del barrio en el antebrazo derecho. Cuando le abandonó fue a un cirujano para que se lo borrase. Al volver de la mili conoció a su mujer y se grabó su cara en el pecho con tinta negra. Tampoco funcionó y la hizo desaparecer de su cuerpo. Después vinieron otras muchas, pero siempre las acababa eliminando a golpe de bisturí. Tomás se encontró con Sonia en el asilo. Ya no había en sus deterioradas pieles espacio para otro nombre, pero cada noche quedaban en una habitación, se desnudaban y se acariciaban mutuamente las cicatrices, como si fueran líneas torcidas. Las borraban con las manos y luego escribían sus nombres con la yema de los dedos, apretando suavemente, como niños pegando calcomanías en pergaminos arrugados.

5/21/2010

TELEKINESIA


A Tom le olían las manos a baraja francesa, a tapete sucio y a billetes gastados de un dólar. Su fama como ilusionista era nefasta, hasta que abandonó los naipes y empezó a mover objetos con la mente. Él aseguraba que no había truco, pero todos conocían las malas artes de Tom. La fortuna le comenzaba a ir de cara hasta que, durante uno de sus números, desapareció la caja fuerte en uno de los tugurios que los Johnson tenían en Las Vegas. Taylor, un matón a sueldo de la familia, trincó al ilusionista en un club de putas de Wyoming. Lo introdujo en un cuartucho del local, lo ató a una silla y puso un vinilo de Ella Fitzgerald a todo volumen para amortiguar los gritos. Cuando acabó de golpearlo a ritmo de jazz se sentó frente a él, sacó su Zippo oxidado, encendió un Malboro y extrajo una bala 9mm. de la recámara de su Beretta plateada. “Esta es para ti”, dijo Taylor colocando el proyectil de pie sobre la mesa, junto al cenicero. “¿Quieres un pitillo como última voluntad, Tom?”, le preguntó escupiéndole el humo a la cara. Después dejó el cigarro junto a la bala. “Cógelo. Si eres capaz de mover con la mente una caja fuerte podrás mover un cigarrillo de un gramo”, dijo con una sonrisa irónica. El mentalista alzó sus ojos azules, clavando en Taylor una mirada gélida como el hielo. El espeso humo del Malboro se transformó en una fría niebla que heló toda la estancia. La voz de Ella Fitzgerald tembló. “Fumar mata”, respondió el mentalista amenazante, como si su voz fuese un percutor amartillado. Y bala comenzó a tiritar sobre la mesa.

5/19/2010

FUERA DE CONTEXTO


Al entrar en la panadería, el tendero me recibió entonando un “buenos días” con voz de tenor. Le pedí unos colines y se acercó hasta ellos moviendo el esqueleto al ritmo de la melodía que salía de sus labios. Cuando salí de allí, mis vecinos y sus dos niños, me saludaron con varios pasos de claqué y un estribillo que hacía referencia a la derrama que aún no había pagado. Abrumado, entré al bar y pedí una caña. El camarero, Pepe, amigo de toda la vida, me miró fijamente y empezó a mover sus hombros hacia arriba con lentos movimientos. Luego hizo un paso de break dance y acabó haciendo el “gusano” sobre la barra, acompañando sus espasmos con pedorretas de hip hop. Al acabar el número, un nutrido número de clientes pidió su consumición al unísono mientras levantaban sus piernas hasta la cabeza de manera alternativa, como si fuera un cancán francés. Repetían cantando: “Una de rabas y un vermú, una de bravas y un raguttttt…” Los clientes me agarraron para que siguiera el ritmo, y pese a que intenté hacer el espagat, mis piernas apenas consiguieron abrirse y un chasquido sonó a la altura de mi pelvis. Mi vida se ha convertido en un asqueroso musical. Mis comidas familiares parecen “Sonrisas y lágrimas”. Mis padres me echan broncas en falsete, y en las discotecas todos ligan imitando a los imbéciles de “Siete novias para siete hermanos”. Este mundo en el que todos se hablan cantando y bailando no me parece real y no acabo de aceptar que mi novia haya cortado conmigo entonando una melodía triste mirando al suelo, como si fuera una versión gilipollesca de Olivia Newton John en Grease. Todos me miran implorándome a coro, pero yo he decidido tirarme del tejado, como si fuera un violista desesperado, yadi dadi dadi didu didu didu didu dum.

5/17/2010

DESDE EL DOLOR


Piedad es un nombre propio de los de antes. Como Dolores. O Angustias. Ya nadie pone a sus hijas esos nombres tan católicos y dolientes. Piedad también es una virtud. María Moliner la define como la inclinación afectiva, con pena o sentimiento, hacia una persona desgraciada o que padece. “Piedad” también es un libro de Miguel Mena. Pequeñas historias, microhistorias contadas desde el dolor. No es un libro de microrrelatos, sino de microrrealidades. Historias de reflexión y sufrimiento. Su hijo Daniel es el hilo conductor. Aunque en la portada aparezca un corazón, son textos escritos desde el estómago. Su hijo no puede hablar. Padece un extraño síndrome con un nombre raro. El niño es mudo por un problema en el cerebro. Nunca ha respondido a los cinco lobitos, como los otros niños. No puede hablar. Pero él habla por su hijo, él sufre por el niño, que se comunica con una sola vocal. Habla de historias dolorosas. Rentería. Años ochenta. Un niño le pega una patada a una mochila. La mochila explota y el niño, que tiene diez años, sale disparado y queda amputado de por vida. Yo vivía allí entonces. El niño se llamaba Alberto Muñagorri. Desde que estalló la mochila no tocábamos nada en la calle. Por si acaso. Los niños íbamos con pies de plomo al principio. Luego nos olvidamos de Alberto y dábamos patadas a todo. Éramos niños, y los niños dan patadas incluso a las bombas. Miguel Mena se pregunta qué será de Alberto. No me había vuelto a acordar de él. Pongo su nombre el Google y aparece una entrevista que le hicieron en el hospital a los pocos días de estallar la bomba. Arconada le regaló sus guantes. Arconada era nuestro ídolo. En la entrevista dicen que el niño quería vivir; a veces, cuando se derrumbaba ante el dolor, pedía los guantes de Arconada y se los colocaba sobre el pecho. Eso parecía calmarle. El portero de la Real no había sospechado hasta entonces que sus guantes tuvieran el efecto de un talismán. Pero Miguel Mena también se pregunta qué será de los que pusieron la bomba y le quitaron un pie y un ojo a un crío de diez años. Piedad es un libro que te hace sufrir por el que sufre, que te hace sentir Piedad desde el sentido más laico del término. Te revuelve por dentro. Te provoca una maraña de sentimientos. Es bello. Es doloroso. Pero merece la pena.

5/14/2010

TRAGICOMEDIA EN DOS ACTOS


La obra fue un fracaso tan desolador, que el cómico rompió a llorar sobre el escenario. Entonces, el público se carcajeó a mandíbula batiente.

5/13/2010

PIPINO


"Por favor sea breve", suplicaron los súbditos a su complaciente Rey.

5/11/2010

DIÁLOGO NO VERBAL


—¡Pulgar de la mano derecha hacia abajo! —grita de forma despectiva el jugador añil a su adversario rojo desde el otro lado del campo.
—¡Dedo anular tieso! —replica rojo mientras se acerca con cara de pocos amigos a añil.
—Falanges índice y meñique extendidas —subraya añil muy agitado.
—Índice bajo el tabique nasal y perpendicular a los labios —suplica el árbitro, que se sitúa entre ambos contrincantes.
—Palma de la mano surcando el cuello de lado a lado —vocifera rojo antes de hacer efectiva la amenaza.
—Movimientos de cabeza de izquierda a derecha repetidas veces con los ojos cerrados —sentencia el médico a unos centímetros de añil.
—Palma de la mano extendida se desplaza de arriba abajo primero, y de izquierda a derecha después —susurra el capellán.
—Manos a la cabeza —gime el público consternado desde la grada.

5/07/2010

ZOOM


18 mm. Enfocar: Un edificio nevado con la ventana del quinto piso abierta

24 mm. Enfocar: Un dormitorio con muebles rotos a través de la ventana

35 mm. Enfocar: Una cama de matrimonio revuelta en medio del dormitorio

50 mm. Enfocar: Un hombre sentado en la cama

70 mm Enfocar: Un pequeño papel en la mano del hombre

100 mm. Enfocar: Un dedo cubre casi por completo el texto del papel

150 mm. Enfocar: Un “Adiós” bajo el pulgar

200 mm. Enfocar: Una gota transparente cae sobre la letra "ese"

250 mm. Enfocar: Una mancha roja desplaza la gota transparente hacia la "A"

5/06/2010

RUINA DE ESPÍRITU


Hoy he subido al coche a una autoestopista de aspecto deplorable que estaba envuelta en una sábana sucia y raída. Tenía un ramo de violetas y vendía cada una a un euro. “Necesito ropa nueva”, me ha dicho con un hilo de voz, y se las he comprado todas. Juraría que ayer vi una corona de flores moradas en la misma curva de la carretera en la que se bajó la chica.

5/05/2010

DE LECTORES ANÓNIMOS


Esta semana he descubierto que el futuro de la Literatura está en manos de lectores anónimos que cobran cien euros por cada libro que evalúan. He asistido a una charla sobre cómo funcionan las editoriales. La conferencia la impartían los dos responsables de una de las empresas más grandes de España, e incluso me atrevería a decir, una de las más grandes en lengua castellana. El proceso que tienen para seleccionar manuscritos es el siguiente: Llegan unos cien escritos al mes y los envían a unos lectores que hacen un informe sobre cada libro. Los puntúan según unos baremos, como la calidad literaria, la estructura, el argumento, las referencias o la proyección comercial, diferenciando entre "literatura de calidad" o "comercial", es decir, entre Garcías Márqueces y Danes Brownes. Si pasa una primera criba pasa a una segunda lectura. Pero no os emocionéis. Publican unos cincuenta libros al año, la mayoría de autores famosísimos. Así que me imagino a cientos de lectores anónimos leyendo y leyendo a escritores anónimos, en un infinito acto de comunión entre seres anónimos que jamás se conocerán entre ellos. Pero puede que, en un caso entre tres trillones, un solo escritor desconocido salte a la fama por un lector anónimo al cuál no conocerá nunca. Y ese ser anónimo que cobró cien euros por leerse un best seller que ganó millones de euros, o ese otro que descubrió a García Márquez, esté ahora mismo leyendo el próximo súperventas del siglo o al siguiente Premio Nobel. Y puede que ese autor que mañana saltará a la fama esté sentado en este momento en el metro frente a alguien lee su libro en un asiento, atentamente, tomando notas. Con noventa y nueve euros y un ticket de metro picado en el bolsillo.